Martes 25 de febrero de 2025

Mons. Ojea: aplicar las bienaventuranzas para 'hacer el bien, rezar y amar de verdad'

  • 25 de febrero, 2025
  • San Isidro (Buenos Aires) (AICA)
En su reflexión por el séptimo domingo del tiempo ordinario, el obispo emérito de San Isidro animó a tomar "estos imperativos que son fundamentales en la doctrina de Jesús".
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El obispo emérito de San Isidro, monseñor Oscar Ojea, compartió su reflexión para el séptimo domingo del tiempo durante el año.

"En este capítulo sexto del Evangelio de San Lucas que estamos leyendo, Jesús sube a la montaña para orar y allí elige a los discípulos, pero no se queda en la montaña; baja a la llanura, como queriendo decirles: 'Tienen que estar en contacto con la multitud, tienen que estar en contacto con su pueblo; dejemos la montaña ',y allí pronuncia las bienaventuranzas, estos imperativos que son fundamentales en la doctrina de Jesús", señaló al inicio de su reflexión. 

Sobre las bienaventuranzas, aseguró también que, "si analizamos los verbos, son extraordinarios. Los verbos dicen: amen, hagan el bien, bendigan, recen. Estas son cosas propias de un hombre religioso, como decir 'sean buenos', y lo entendemos enseguida, sobre todo para ejercitarnos con la gente que nos rodea y que es más afín a nosotros. Pero, cuando tenemos que escuchar: 'Amen a sus enemigos, hagan el bien a los que los odian, bendigan a los que los maldicen, recen por aquellos que les hacen mal, que los tratan mal', entonces ahí todo se complica".

"¿Por qué este imperativo de Jesús? Porque la doctrina de Jesús nos llama a ser como el Padre: 'Sean misericordiosos como mi Padre es misericordioso'. Así van a culminar estos imperativos. Jesús revela al Padre, pero revela a este Padre, que es Padre misericordioso, que perdona al hijo pródigo, que perdona a todos, porque para Él no hay enemigos; para Dios Padre, solo hay hijos", continuó el prelado.

Monseñor Ojea manifestó que el camino del cristiano "será convertir el corazón para poder bendecir, amar, rezar, hacer el bien justamente con aquellos que no nos son afines, que son distintos, que tienen educaciones distintas, raíces distintas, costumbres distintas, pensamientos distintos, sensibilidades distintas, y todo esto es lo que más nos cuesta".

"Vivimos un momento de polarizaciones; nos ha invadido como una especie de patología de la indiferencia. Estamos viviendo un clima de violencia que ni siquiera nos permite pensar; no nos permite pensar a qué se debe que el otro haya tenido esta reacción, por qué tiene este pensamiento, por qué tiene esta actitud. No nos damos el tiempo para ponernos en el lugar del otro", advirtió asimismo.

"'Traten a los demás como ustedes quieren ser tratados'. Este precepto, este mandamiento es una clave de sabiduría con cada uno de los hermanos, con tantas diversidades, con tantos mundos diferentes. Tenemos que procurar tratarlos y, cuando digo tratarlos, digo, cuando hablamos de ellos, cuando experimentamos y sentimos y pensamos en lo interior acerca de ellos, que tenemos que hacerlo como nos gustaría a nosotros que ellos pensaran sobre nosotros y nos trataran a nosotros", dijo.

Animó, finalmente, a "pedirle al Señor que nos dé la clave para poder salir de este clima de violencia intransigente que nos ha invadido, para poder ser fieles al Evangelio. Miremos que esto es clave en el Evangelio. Si nosotros no entramos en estos imperativos, estamos lejos de Cristo, el Señor". 

"El cristianismo no es ni para una raza, ni para una casta, ni para un grupo de elegidos. El cristianismo es para todos. La Sangre de Cristo, que tiene un valor infinito, se derrama para todos los seres humanos. Que nosotros podamos desarrollar esta actitud interior profunda que está oculta detrás de estos verbos utilizados por Jesús, de estos imperativos, para poder ser felices; para poder hacer el bien de verdad; rezar de verdad y amar de verdad".+