Jueves 20 de febrero de 2025

Mons. Ojea: 'Las Bienaventuranzas son la carta magna del Evangelio'

  • 18 de febrero, 2025
  • San Isidro (Buenos Aires) (AICA)
El obispo emérito de San Isidro invita a descubrir el camino de la felicidad propuesto por Jesús en el sexto domingo del tiempo ordinario: "Es el deseo del Señor para su pueblo, para nosotros".
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En su reflexión para el sexto domingo del tiempo durante el año, monseñor Oscar Ojea, obispo emérito de San Isidro, reflexionó sobre el significado de las Bienaventuranzas, a las cuales describió como "la carta magna del Evangelio".

El prelado señaló que, al igual que Moisés proclamó la ley en la montaña, Jesús, desde la montaña, entrega una nueva Ley de amor y esperanza, que tiene como objetivo la verdadera felicidad del pueblo de Dios.

"Las Bienaventuranzas comienzan con la palabra 'felices'. Es el deseo del Señor para su pueblo, para nosotros. Dios quiere nuestra felicidad", expresó el obispo, quien comparó el amor paternal de Dios con la alegría de un padre al ver sonreír a su hijo por primera vez. "Así como un padre es inmensamente feliz con la sonrisa de su hijo, Dios también quiere que seamos felices y disfrutemos de la vida", señaló en ese sentido.

Monseñor Ojea también destacó las promesas contenidas en las Bienaventuranzas, tales como la herencia del Reino de los Cielos y la bendición de ser llamados "Hijos de Dios". Sin embargo, explicó que estas promesas van acompañadas de condiciones que requieren sacrificio y esfuerzo. "La pobreza, el llanto, la persecución y la construcción de la paz son condiciones necesarias para alcanzar la felicidad verdadera, la que nos ofrece Jesús", afirmó.

El obispo reflexionó, además, sobre el concepto de "pobreza de espíritu", remarcando que la sociedad actual promueve la acumulación y el deseo insaciable de consumir. "En el mundo, el ideal es el rico, el que tiene más. Pero, para Jesús, el verdadero héroe es aquel que sabe que sus bienes no le pertenecen, sino que son un don de Dios", subrayó. En ese sentido, planteó que la pobreza de espíritu implica humildad y gratitud por los dones recibidos, lo que lleva a una vida más generosa y compartida con los demás.

"Que el Señor nos conceda descubrir, tanto en la oración como en la vida, este estilo de vida que nos lleva a la verdadera felicidad, la que solo Jesús puede darnos", concluyó, invocando la bendición de Dios para todos los fieles.+