Mons. Ojea: 'Todas las alegrías verdaderas son compartidas son fraternas'
- 29 de enero, 2025
- San Isidro (Buenos Aires) (AICA)
"No es individualista la alegría. La alegría necesita compartirse, viene de la comunidad, viene de un 'nosotros'", destacó el obispo emérito de San Isidro, en su reflexión del domingo 26 de enero.
El obispo emérito de San Isidro, monseñor Oscar Ojea, reflexionó sobre el Evangelio del tercer domingo del tiempo durante el año, en el que se narra que "Jesús va a predicar por primera vez en la sinagoga de su pueblo, en Nazaret, precedido de la gran fama que había adquirido en todos los otros templos de Galilea.
"El foco de todo el Evangelio -dijo- va a ser el sufrimiento humano: la oscuridad, la ceguera, la opresión, la pobreza; y el Señor va a traer por el Espíritu esa liberación y ese cambio profundo que está enunciado ya cuando dice: 'Un año de gracia del Señor'. Un año de gracia del Señor es un Jubileo".
Aseguró, en ese sentido, que "este Jubileo que estamos viviendo es un año especial en el que se concede una gracia especial. Entonces, ¿de dónde viene esta palabra, 'jubileo'? De júbilo, alegría, pero es una alegría cuyo término está sacado del gozo de los trabajadores en la cosecha, que tarareaban una melodía de alabanza a Dios espontáneamente; es como cantar sin darnos cuenta, como cantar tarareando de alegría, mostrando este ánimo especial que se tiene cuando estamos trabajando juntos".
"La cosecha era el fruto del trabajo común; entonces, el palpitar del trabajador, que ya ve venir el fruto de tanto sacrificio, de tanto tiempo esperado y, entonces, canta espontáneamente. De ahí viene la palabra júbilo, jubileo. Esta es la alegría a la que nos invita el Señor en este día. Podemos pensar nosotros, en nuestra vida: ¿cuáles son las alegrías que verdaderamente hemos vivido?
Monseñor Ojea destacó que "todas las alegrías verdaderas son compartidas, son fraternas. No me puedo alegrar por mí solo y nada más. No es individualista la alegría. La alegría necesita compartirse, viene de la comunidad, viene de un nosotros; por eso, pidámosle al Señor poder palpitar y vibrar con la alegría de los demás".
Y finalizó: "La alegría no nos hace egoístas, la alegría nos hace cada vez más abiertos, abiertos al bien de los demás y, cuanto más, mejor. La alegría del creyente, que sabe por la fe que ha sido liberado de las esclavitudes, que ha sido anunciado como pobre en el Evangelio, la Buena Nueva; que ha recuperado la vista después de la oscuridad y que el Señor Jesús ha obrado su liberación, su salvación. No hay alegría más grande que descubrir y redescubrir que el Señor nos ha sacado de tantas oscuridades y de tantos peligros".+