Hacer silencio, reflexionar y orar para discernir.
De la mano de María, seguir a Cristo aunque nos cueste críticas, incomodidad o rechazo.
Contagiar la alegría de creer, servir y amar al Señor.
Permanecer vigilantes frente a todo lo que nos distraiga de anunciar el Evangelio.
Pedir al Señor que libere nuestro corazón de toda avidez posesiva y de toda codicia.