Mons. Uriona: ´Pidámosle a la Virgen la fuerza para luchar siempre por el bien y por la paz´
- 22 de febrero, 2024
- Río Cuarto (Córdoba) (AICA)
"El primer domingo de Cuaresma nos plantea cómo es la vida del cristiano: un combate donde venció primero Jesús y Él, con su gracia, nos ayuda a vencer a nosotros", sostuvo el obispo de Río Cuarto.
El domingo 18 de febrero, monseñor Adolfo Uriona, obispo de Río Cuarto, celebró la Santa Misa desde la Capilla Virgen Peregrina de Luján, de la ciudad de Río Cuarto.
En su homilía, monseñor Uriona se refirió a la celebración del Miércoles de Ceniza como el comienzo de “este tiempo fuerte que se llama Cuaresma, que son 40 días de preparación para la mayor fiesta que celebramos los cristianos, que es la Pascua: la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesús”.
“Para los grandes acontecimientos necesitamos una preparación importante, un buen tiempo de preparación, para de esta manera celebrarlo con fruto. Por eso, estos 40 días se nos invita a todos a prepararnos desde el ayuno, la limosna y la oración a celebrar la Pascua”, expresó.
Luego, mencionó que, “todos los años, el primer domingo de Cuaresma, se leen las tentaciones de Jesús en el desierto. Este año nos toca el Evangelio de San Marcos, que es muy distinto a los otros dos que hablan de las tentaciones de Jesús. En Mateo y en Lucas, las tentaciones son pormenorizadas y se muestran 3 formas de tentación cuando el demonio dialoga con Jesús. En cambio, en Marcos se dice, ´el Espíritu llevó a Jesús al desierto, donde fue tentado por Satanás durante 40 días. Vivía entre las fieras y los ángeles lo servían´, y nada más”.
“¿Cómo hay que leer esto? Esto hay que hacerlo de acuerdo al Evangelio de Marcos. Antes que nada, este texto de las tentaciones va unido con el Bautismo del Señor. Dice el texto que inmediatamente después del Bautismo, el Espíritu Santo lleva a Jesús al desierto, donde será tentado. La idea de que aquí las tentaciones no aparezcan, es que pareciera como que fue tentado durante los 40 días. Lo cual significa que, a lo largo de toda su vida, Jesús fue tentado por Satanás, que a través de de las personas y de distintos modos, intentó desviar a Jesús de su misión mesiánica de salvar a la humanidad a través de la Cruz”, explicó el prelado.
En ese sentido, señaló que, “entonces, la tentación va unida al bautismo. Jesús es revestido de la fuerza de Dios para luchar contra el espíritu del mal, que arruinó la vida de los hombres y que busca constantemente arruinar la vida de los hombres. Es lo primero que hay que destacar, lo cual significa que también para nosotros -que fuimos bautizados recibiendo los efectos de la Cruz de Jesús- la vida del Cristiano es una lucha, es una constante lucha”.
“La palabra tentación significa prueba. La persona es probada para ver cuánto resiste. Jesús también fue probado, fue tentado, y la vida del cristiano es una tentación, con la cual tiene que luchar para ser fiel a Dios. No es fácil, ¿eh? Nosotros no fuimos bautizados para después dormirnos en los laureles, no. La vida del cristiano, de todo cristiano es un combate”.
Continuando con el relato del Evangelio, destacó que “otro elemento interesante que se menciona, es que Jesús vivía entre las fieras y los ángeles lo servían ahí. Hay como un ambiente de armonía entre Jesús y las fieras, como la tenía Adán antes del pecado, cuando estaba en el paraíso, donde con las fieras había una relación amigable. Y los ángeles están presentes, sirviendo a Jesús. Quiere decir que, en los tiempos mesiánicos, Jesús, que viene para resistir al demonio, inaugurará una nueva era de armonía y de vivencia del paraíso”.
“Por otro lado, Adán sucumbió a la tentación del demonio y por eso vino el pecado y todo el mal en el mundo. En cambio, Jesús resistió a lo largo de toda su existencia, y por eso pudo salvar a la humanidad”.
“Que nosotros veamos en esto una imagen de lo que es la vida cristiana, que es vivir a fondo el bautismo, en la lucha por buscar el bien, para hacer el bien y en la lucha contra el mal. Este mal nos puede venir a veces de afuera, de una cultura que se opone a la acción de Dios. A veces del tentador, a veces también de nosotros mismos, porque el hombre, como consecuencia del pecado original, quedó dividido en su interior. Las malas inclinaciones vienen de la misma persona. Con todo eso tenemos que luchar. Y el Señor hoy nos invita a hacerlo, en este primer domingo de Cuaresma”.
Para finalizar, monseñor Uriona, señaló que “la Iglesia plantea, en el primer domingo de Cuaresma, cómo es la vida: un combate donde venció primero Jesús y Él, con su gracia, nos ayuda a vencer a nosotros. Pidámosle a la Virgen de Luján, que también la tuvo que pelear en la vida -porque no le fue fácil el sí de María, no le fue fácil a ella llevarlo con fidelidad hasta el pie de la Cruz-, pidámosle a ella que nos dé la fuerza a nosotros para pelear siempre por el bien y por la paz”. +