Viernes 4 de octubre de 2024

Los obispos de Córdoba guiaron el retiro brocheriano radial

  • 16 de julio, 2021
  • Córdoba (AICA)
Desde Radio María Argentina, el arzobispo de Córdoba, Mons. Carlos Ñáñez y los auxiliares Mons. Pedro Torres y Mons. Ricardo Seirutti, exhortaron a tener los mismos sentimientos de Cristo.
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El arzobispo de Córdoba, monseñor Carlos José Ñáñez, y sus obispos auxiliares, monseñor Pedro Javier Torres, y monseñor Ricardo Orlando Seirutti, guiaron la primera parte del retiro arquidiocesano en estilo brocheriano, y con texto bíblico inspirado en la carta de san Pablo a los Filipenses, que se transmitió desde los estudios de Radio María Argentina.

“Seguramente hemos dispuesto un espacio para la escucha y la oración junto a la presencia de la Palabra de Dios y alguna imagen que nos inspire y nos motive en este retiro radial. Este año se da en un contexto especial como es la pandemia y sus consecuencias con medidas sanitarias que nos imponen un relativo aislamiento. Hemos tenido que sufrir la pérdida de seres queridos incluso a veces sin poder acompañarlos. También es duro acompañar a nuestros enfermos, es una oportunidad para unirnos todos a la luz de Jesús. De esta circunstancia difícil podemos hacer una ofrenda y una oración”, aseguró monseñor Ñáñez.

“La pandemia también incide en lo laboral, familiar y social. Hay quizás más tiempo para estar en casa pero esta intensificación de las relaciones nos muestra que tenemos dificultades en la convivencia porque somos limitados. Asimismo, se cayeron algunos proyectos y sueños que impactan en nuestro ánimo, sumado a la incertidumbre que genera la pandemia sobre el futuro próximo. Es que se ha derrumbado un estilo de vida que veníamos trayendo y esto nos hace preguntar si no estábamos demasiado acelerados. Nos hace pensar si el ritmo que traíamos es un ritmo que podemos sostener en la vida personal, familiar o social. ¿Habrá una nueva normalidad? Lo cierto es que no sabemos cómo se alineará ese futuro. Ante esto surge la desesperanza, el desencanto y la tristeza. Pero somos creyentes, no solo reflexionamos sobre estas cuestiones sino que hablamos con Jesús de esto que vivimos, activamos nuestra fe ante estas realidades. No nos dejemos ganar por la tibieza.  El Cura Brochero nos dice que hacen falta los “baños del alma”, es decir, los retiros o ejercicios espirituales al estilo ignaciano que nos ayudan a encontrarnos personalmente con Jesucristo. Se nos invita a vivir una fe adulta, despojada y auténtica. Propongo leer estos textos para la primera parte de este retiro brocheriano: Lucas 4,20; Hebreos 12,2; Marcos 4,39; Marcos 7,24,30; y Mateo 10,46-52”, exhortó el arzobispo de Córdoba.

A su turno, monseñor Torres expresó: “Queremos ver a Jesús y tener sus sentimientos. Desde el 2000, en Córdoba nos decidimos caminar juntos con un plan pastoral hasta que llegamos al sínodo arquidiocesano de 2018. El sínodo nos hizo vivir el desconcierto al estilo de los discípulos de Emaús y nos invitó a la misión. Ante la pandemia decidimos hacer una hoja de ruta en vez de un plan: hemos sido enviados a anunciar a Jesús. Sentimos que los misioneros deben llevar paz, enviamos por y con Jesús. Para profundizar vamos a rumiar el texto de Filipenses 2,5-11. Pablo quiere que la comunidad de Filipo mantenga la unidad. Tener los sentimientos de Cristo es tener humildad y mansedumbre, despojo, desapego a sí mismo, obediencia heroica y ofrecimiento por todos. Es decir, ser movidos por el amor que acorta distancias, que hace propio lo del otro, que abre a la trascendencia, que no deja solo a nadie, que no calcula, que no compite y comparte. Para tener los sentimientos de Jesús es indispensable nacer de nuevo de lo alto, nacer del agua y del espíritu, es decir, del Bautismo. Para tener sus sentimientos hay que acoger el don de la filiación y la vida nueva. Jesús se anonadó, se presentó con aspecto humano, vivió el silencio de la vida humilde y en su vida pública no tenía un lugar donde reclinar la cabeza. Y murió en cruz, es impresionante su itinerario en este mundo”.

Nuevamente monseñor Ñañez tomó la palabra y aseveró: “Es bueno escuchar y rumiar la Palabra de Dios, sus reflexiones, para gustar a Dios. Nuestra amistad con Jesús no es una carga sino un regalo y los regalos se disfrutan. Para tener los sentimientos de Jesús es necesario mirar a María Santísima. Ella también fue redimida, en forma anticipada, el pecado ni la rozó. Eso es lo que celebramos en su Inmaculada Concepción. Y un reflejo de esto en María es nuestro bautismo que es una gracia inmerecida, es un regalo. Hay diversas circunstancias en que aceptamos el don recibido como en la confirmación o en la vigilia pascual de cada año. María aceptó el bien y eso la hizo plenamente libre. Ella aceptó lo mejor, el mayor bien al ser parte del plan salvador de Dios. Hacer lo que quiero no es lo mejor, no es elegir el bien, que es amar de veras, eso da verdadera libertad. La Virgen es mujer que escucha, guarda, medita y cumple la Palabra de su Hijo. María es la que recibe al Verbo de Dios, se hizo carne en Ella. La Madre adhiere al proyecto de Dios aun en la incertidumbre, Ella pone toda su confianza en el Creador. Esto nos sirve también en medio de la pandemia y cuando salgamos de ella, Dios está siempre”.

Por último, monseñor Seirutti resaltó que “Jesús es el Señor, estamos invitados a encontrarnos con Él, es tener sus sentimientos. También ayuda mirar a José, el esposo de María. Por su capacidad de acogida, por su creatividad valiente, por su laboriosidad, por su ternura y por su corazón de padre que es sobre todo del Padre celestial. José fue siempre hombre fiel a Dios. También María fue recibida por José, también en esto se destacó. José tenía proyectos y sueños propios, pero supo dejarlos de lado. Es un padre atento y cuidadoso, no es paternalista ni ausente. Es un hombre sensible y dedicado. Es un hombre de fe invadido por el obrar de Dios que nunca abandona a quienes ama. Imitando a su padre adoptivo, Jesús aprendió de su vida terrena. En lo físico, en lo espiritual, fue un gran alumno como es maestro de la escucha”.

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