Jueves 18 de abril de 2024

Crónica de una esperanza en el "interior profundo" de la Argentina

  • 8 de julio, 2014
  • Suncho Corral (Santiago del Estero)
Suncho Corral es una pequeña ciudad ubicada en el centro de la provincia de Santiago del Estero, con una población de 6.100 habitantes, en la margen derecha del río Salado. Su principal fuente de trabajo es el empleo público y la asistencia estatal. Pertenece eclesiásticamente a la diócesis de Añatuya. Allí desde hace años hay una misión del Instituto del Verbo Encarnado (IVE) al que el obispo le encargó la atención de la parroquia San Miguel Arcángel y varias capillas. En este lugar se dieron cita durante cuatro días, más de cincuenta jóvenes universitarios del Centro de Investigaciones de la Problemática Familiar y miembros de la Tercera Orden del IVE de Jujuy, Salta, Tucumán, San Rafael, Buenos Aires y de la diócesis de Añatuya. Acompañaron además de los padres Bonati y Juan Cruz Fariña, a cargo de la misión, los padres Raúl Harriague y Miguel Grillo.
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Suncho Corral es una pequeña ciudad, cabecera del departamento Juan F. Ibarra, ubicada exactamente en el centro geográfico de la provincia de Santiago del Estero, con una población de 6.100 habitantes, en una zona productivamente deprimida, en la margen derecha del río Salado. Su principal fuente de trabajo es el empleo público y la asistencia estatal. Se accede a ella por la ruta nacional Nº 89, que la comunica con la provincia del Chaco. El tramo que comienza en Suncho Corral y finaliza en la localidad de Taboada (intersección con la ruta nacional Nº 34) es muy tristemente conocido, por tener un solo carril de pavimento pese a ser uno de los ejes clave de vinculación entre el noroeste y el nordeste argentino.

Suncho Corral pertenece eclesiásticamente a la diócesis de Añatuya. Allí se encuentra desde hace años una misión del Instituto del Verbo Encarnado (IVE) al que el obispo le encargó la parroquia San Miguel Arcángel, cuya iglesia tiene una antigüedad de 180 años. Fue construida en 1835. Además de la parroquia los sacerdotes atienden también varias capillas.

Segundo Encuentro de Jóvenes Universitarios
En este lugar se dieron cita recientemente, durante cuatro días, más de cincuenta jóvenes universitarios del CIDEPROF (Centro de Investigaciones de la Problemática Familiar) y miembros de la Tercera Orden del IVE de Jujuy, Salta, Tucumán, San Rafael, Buenos Aires y los locales de la diócesis de Añatuya. Acompañaron además de los padres Bonati y Juan Cruz Fariña (a cargo de la misión), Raúl Harriague y Miguel Grillo.

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"No enseñé nada y aprendí mucho"
El encuentro de estos jóvenes universitarios habría pasado totalmente desconocido para el resto del país si uno de los expositores, el licenciado Pablo Berarducci, de Tucumán, no hubiera enviado a AICA un relato a manera de crónica del encuentro.

"Posiblemente no corresponda que como un simple participante y expositor realice una crónica de este encuentro de jóvenes universitarios, pero la necesidad de testimoniar lo que vi me lleva a hacerlo", expresa Berarducci en su nota remitida a esta agencia, cuyo texto damos a continuación.

"Me tocó participar como expositor durante las jornadas. Normalmente a quienes nos toca esta tarea vamos mascullando la estrategia a utilizar para despertar interés por el tema, tener perfectamente ordenada la exposición, asegurarnos que el material esté listo y una cantidad de cuestiones que hacen que uno vaya a dar, a transmitir, a enseñar".

"Pero las cosas se me trastocaron un poco al momento mismo de llegar (hacía dos días que se desarrollaba el encuentro cuando llegué), nos recibió el párroco, padre Juan Cruz Fariña, enfundado en unos lamentables pantalones y gastada camisa, con restos más que notorios de cal, arena y empolvado de esa tierra finita, característica de la zona, que se te mete en todas partes. Saludo muy amablemente y solo atino a decir: -"Vamos, los chicos está haciendo tarea social".

"Sin responder, montó en una moto y solo nos quedó seguirlo por las irregulares y algo barrosas calles de Suncho Corral. A poco de andar nos detuvimos frente a un grupo de ranchos (construcción de adobe, sostenida por algunos palos que ofician de columnas con cerramientos donde se mezclan el plástico con algunos restos de madera) y al lado de uno de ellos una treintena de jóvenes, un par de monjas y algún que otro adulto iban de acá para allá.

"Los jóvenes varones estaban empezando a levantar las paredes de lo que serían dos habitaciones y un baño, hechos con bloques que se fabricaron en la parroquia. Los oficios que ejercían eran simples: cargar y descargar la carretilla, pasar los bloques, despejar la basura circundante del terreno, pegar los bloques en hileras para levantar las paredes.

"Las mujeres junto a las hermanas le metían mano a la ropa (escasa y sucia), trataban de rescatar algunos de los utensilios, sostenían a algún bebé, lavaban, barrían. La familia beneficiaria era un matrimonio con ocho hijos, dos de los cuales eran discapacitados igual que su madre. Vivían en un rancho de no más de 4 metros cuadrados, ambiente único que oficiaba de cocina, comedor y dormitorio para todos. El baño era un pedazo de plástico de no más de un metro de alto que simplemente ocultaba un pozo en la tierra. Era una de esas tantas familias que las estadísticas califican ?por debajo de la linea de pobreza? sin importar demasiado qué significa eso para el gran público, como tampoco sin interesar demasiado las condiciones de indignidad de su existencia.

"Luego de un rato y así como estaban, iniciamos la sesión de los foros en la sede parroquial. Me tocaba el de política. Hablarles de su desnaturalización y convocarlos a que debe ser rescatada como actividad noble del hombre era mi propósito. Lo que acababa de ver me resultó muy útil para graficar el sentido del bien común y de la caridad política a la que nos convoca la Iglesia.

"A la noche asistimos a la misa parroquial de los sábados. Iglesia colmada, rostros campesinos que reflejan la dureza de un clima tórrido. Rostros jóvenes con algún toque denotando que se trata de la ?misa dominguera?, algunos viejos pueblerinos llevados por sus familiares que con dificultad se apoyaban en bastones hechos de alguna rama de árbol del lugar. Los infaltables perros que además de olfatear un poco retozan echados en el fresco piso de baldosa.

"Pero la sorpresa fue cuando los débiles acordes del armonio convocaban a entonar el Agnus Dei y el Gloria en latín que todos los parroquianos seguían con solvencia. La cuidada procesión para comulgar y las largas acciones de gracia evidenciaban la Fe y el trabajo misionero mediante el cual esos excluidos habían sido injertados en la universalidad de la Iglesia.

"Se cerró la jornada del sábado con una sobria cena, una sesión de divagues y un concurso de baile folclórico. Ver esos jóvenes en sana diversión y amistad, nos daba el correcto sentido de la alegría. Esa que tanto falta en el aturdimiento de los sábados a la noche en el que están inmersos la gran mayoría de otros jóvenes argentinos.

"La mañana del domingo se inició con oraciones, un panel sobre la familia y el cierre con mi conferencia sobre el Reinado Social de Cristo. Era simple. Cristo reinaba en esos corazones. Cristo era la fuente de energía para ese despliegue de alegría, servicio, ansias de formación, solidaridad.

"Cerramos con una misa durante la cual unas diez parejas de novios consagraron su amor al Señor pidiéndole las fuerzas para vivirlo castamente en preparación a un matrimonio cristiano. El almuerzo fue un rico asado, animado con el canto de chacareras, zambas y cuecas, donde conferenciantes como don Geloch, la hermana Misionera o el padre Juan Cruz disputaban sus dotes artísticas, que era otro modo de alabar al Señor.

"De regreso a casa, concluí: No enseñé nada y aprendí mucho. Vine con las alforjas llenas de esperanza, porque a pesar de los avances destructivos del misterio de iniquidad, a pesar del vaciamiento del sistema educativo, a pesar del populismo engañoso que no gobierna sino que se mantiene engañando con el relato y la dádiva, a pesar de esa cultura asfixiante de la posmodernidad, a pesar de los ataques demoledores a la familia, a pesar de todo ello? hay hombres y mujeres, hijos de esta tierra, miembros de nuestras familias, que viven la solidaridad, que son capaces de comprometerse por amor, que vibran con las cosas nuestras, que están dispuestos a cuidar la semilla y a hacerla fructificar, para que el reino de Dios venga pronto".+