'Sólo un milagro puede salvar a Ucrania', expresó el arzobispo de Lviv
- 20 de febrero, 2024
- Lviv (Ucrania) (AICA)
A dos años del inicio de la invasión rusa, Mons. Mieczyslaw Mokrzycki denunció la 'lluvia de misiles y drones', sobre todo sufrida por los civiles que viven en las ciudades.
El arzobispo de Lviv (Ucrania), monseñor Mieczyslaw Mokrzycki, denunció el aumento de la violencia contra la población local y expresó que, a dos años del inicio de la invasión rusa a Ucrania, “sólo un milagro puede salvar al país”.
“Desafortunadamente, las actividades militares continúan. Llueven misiles y drones sobre personas y ciudades. Mueren soldados y gente inocente. Muchas personas están heridas, privadas de sus hogares, de sus medios de subsistencia y de su trabajo. Todo esto genera miedo, ansiedad e incertidumbre”, expresó el arzobispo de rito latino, en una entrevista con los medios vaticanos.
“Muchos niños, adultos e incluso sacerdotes caen en la desesperación, la depresión y las enfermedades mentales”, añadió.
El arzobispo de Lviv recuerda el acto de consagración de Ucrania y Rusia a la Virgen de Fátima, que el Papa Francisco presidió en el Vaticano, el 25 de marzo de 2022. La consagración tuvo lugar simultáneamente en Cova da Iria (Fátima, Portugal), donde el cardenal Konrad Krajewski, limosnero pontificio, presidió el rezo del Rosario, en calidad de enviado del Papa.
“Inmediatamente después de ese acto de consagración de Rusia y Ucrania por parte del Santo Padre en el Vaticano, así como en nuestras parroquias y diócesis, vimos que el sábado siguiente el ejército ruso se retiraba de Kiev”, recordó monseñor Mokrzycki.
“Nuestra Señora de Fátima animó a la oración, la penitencia y la conversión. Esto también lo vemos en muchos de los fieles de nuestra Iglesia y de otros ritos y denominaciones. La gente ve que la única salvación está en Dios, que sólo un milagro puede salvar a Ucrania”, expresó el arzobispo.
El prelado afirmó que la Iglesia está comprometida en ayudar a todos. “Seguimos dando la bienvenida a los desplazados internos, organizando ayuda humanitaria y enviándolos a zonas de guerra. También brindamos esa ayuda a las familias pobres de nuestras parroquias”.
Y presentó a los católicos de su país como “luchadores de Dios, no con el rifle, sino con el Rosario”.
“Nos duele –lamentó por último- que, unas décadas después del final de la Segunda Guerra Mundial, tengamos que volver a defender nuestra libertad y reflexionar sobre cómo los seres humanos somos no podemos recordar los horrores que la guerra dejó tras de sí”, concluyó.+