Viernes 26 de abril de 2024

Los bautizados deben empeñarse por transparentar los valores humanos

  • 7 de febrero, 2014
  • Corrientes (AICA)
El arzobispo emérito de Corrientes, monseñor Domingo Salvador Castagna, advirtió que "el mundo acaba corrompiéndose por completo sin la sal de la gracia de Dios", por lo que recordó que "todos los bautizados están comprometidos seriamente en el empeño de eliminar la corrupción y transparentar, con una vida honesta, los valores humanizantes de los Mandamientos y de las Bienaventuranzas". "Esa misión bautismal es ineludible para los bautizados", subrayó en su sugerencia para la homilía del próximo domingo. El prelado lamentó que, sin embargo, "se comprueba la existencia de una contradicción, bastante generalizada, la de muchos bautizados - con fe o sin fe - que viven de espaldas a las exigencias del Bautismo recibido".
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El arzobispo emérito de Corrientes, monseñor Domingo Salvador Castagna, advirtió que "el mundo acaba corrompiéndose por completo sin la sal de la gracia de Dios" y sostuvo que "de la misma manera, se hunde en las tinieblas del error, sin la luz que procede de Cristo vivo y se enciende en las vidas de quienes lo siguen fielmente".

"El Bautismo de todos los bautizados compromete seriamente en el empeño de eliminar la corrupción y transparentar, con una vida honesta, los valores humanizantes de los Mandamientos y de las Bienaventuranzas. Esa misión bautismal es ineludible para los bautizados", subrayó en su sugerencia para la homilía del próximo domingo.

El prelado lamentó que, sin embargo, "se comprueba la existencia de una contradicción, bastante generalizada, la de muchos bautizados - con fe o sin fe - que viven de espaldas a las exigencias del Bautismo recibido".

"La misión evangelizadora de la Iglesia enfrenta un desafío de enormes proporciones, tanto en el interior como en el exterior de la misma. El impulso nuevo que el beato Juan Pablo II quiso imprimirle, es retomado por el papa Francisco. Los constantes mensajes del Santo Padre apuntan hacia esa dirección. Sus decisiones configuran esa transparencia evangélica, en vista a una estructura más adecuada de la Iglesia, en su construcción temporal", concluyó.

Texto de la sugerencia
La sal y la luz. En ciertas circunstancias Jesús manifiesta especial severidad, particularmente al dirigirse a sus seguidores. La sal y la luz son las imagenes más identificatorias de sus discípulos. ¡Pobres de aquellos en quienes se apaga la luz o pierde sabor la sal! Ambas no tienen su origen en el hombre sino que obtienen sus virtudes de Dios. La desconexión de esa única fuente desencadena toda la oscuridad y sinsabor que afligen el acontecer humano, a partir del pecado de Adán. Los pecados personales, llegados a inexplicables aberraciones, son incontables y se agravan como incontrolados virus que adquieren, sin cesar, perniciosas mutaciones, hasta convertir a la sociedad en una "bolsa de gatos" imposible de pacificar. Los noticieros están plagados de tétricas descripciones que convierten sus relatos en una exposición indecorosa de robos y sanguinarios atentados contra la vida de nuestra gente inocente y honesta. La indefensión de un pueblo, que quiere vivir en paz, y la inexplicable inmunidad de los delincuentes, constituyen los mayores escándalos contemporáneos. Buscar una adecuada solución es el desafío que deben enfrentar quienes tienen la altísima misión de gobernar.

¿Quienes son la sal de la tierra y la luz del mundo? Pero no podemos siempre, sin negar su grave responsabilidad, cargar las tintas únicamente sobre quienes gobiernan. En labios de Jesús, los cristianos disponemos de una identidad que nos responsabiliza, indelegablemente, en el pesado trabajo de transformar este mundo: "Ustedes son la sal de la tierra. Pero si la sal pierde su sabor, ¿con qué se la volverá a salar? Ya no sirve para nada, sino para ser tirada y pisada por los hombres. Ustedes son la luz del mundo..." "...Así debe brillar ante los ojos de los hombres la luz que hay en ustedes, a fin de que ellos vean sus buena obras, y glorifiquen al Padre que está en el cielo" (Mateo 5, 13-16). Las imágenes que utiliza son muy decidoras. Ser sal de esta tierra y luz de este mundo hace referencia a toda nuestra conflictiva realidad. No cabe quejarse de los malhechores si nosotros no hacemos bien las cosas. Nuestro sustancial aporte es convertirnos en sal que preserve y cure los males que observamos. Ante las densas tinieblas, que borran los posibles senderos que conducen a la Verdad, tenemos la obligación de ser la luz. ¿Cómo lograrlo? somos una sal que no conseguimos fabricar y nos constituimos en una luz que está en nosotros, pero, que no procede de nosotros. Lo logramos si acogemos dócilmente lo que Dios nos otorga y lo ofrecemos amablemente a los demás, comenzando por los más necesitados. Los más pobres son quienes, por causa de su soberbia, son los más pecadores, y que necesitan empobrecer sus corazones por la humildad. Los más afortunados son quienes, por la pobreza de sus almas, son los propietarios del Reino de los Cielos ( Mateo 5, 3 ).

El fariseismo contemporáneo. El Papa Francisco no cesa de reclamar coherencia de vida a quienes se profesan cristianos. Sobre todo a aquellos que están más expuestos por la misión que han recibido en servicio de la comunidad civil y eclesial. El Evangelio es un llamado inalterable a la transparencia. Jesús se ha constituido en modelo perfecto de la misma. El cruce permanente del Señor con los fariseos no responde, principalmente, a términos doctrinales sino a comportamientos morales. Los fariseos son incoherentes: "cargan fardos insoportables sobre las espaldas de sus catequizados que ellos no tocan con la punta de sus dedos". El fariseismo se ha convertido en sinónimo de embuste y de turbios manejos. Lo importante para los fariseos es guardar las apariencias, bien caratulados por el mismo Jesús como "sepulcros blanqueados". Lo único que garantiza la honestidad y la vida coherente, con los principios morales profesados, es el sentido claro de la obediencia al Padre, tal cual el divino Maestro lo predica y testimonia. La severidad manifestada en el texto bíblico, proclamado en este domingo, es un llamado a reconocer la gracia infundida en el santo Bautismo. El mundo acaba corrompiéndose por completo sin la sal de la gracia de Dios; de la misma manera, se hunde en las tinieblas del error, sin la luz que procede de Cristo vivo y se enciende en las vidas de quienes lo siguen fielmente.

La responsabilidad de los bautizados. El Bautismo de todos los bautizados compromete seriamente en el empeño de eliminar la corrupción y transparentar, con una vida honesta, los valores humanizantes de los Mandamientos y de las Bienaventuranzas. Esa misión bautismal es ineludible para los bautizados. Se comprueba la existencia de una contradicción, bastante generalizada, la de muchos bautizados - con fe o sin fe - que viven de espaldas a las exigencias del Bautismo recibido. La misión evangelizadora de la Iglesia enfrenta un desafio de enormes proporciones, tanto en el interior como en el exterior de la misma. El impulso nuevo que el Beato Juan Pablo II quiso imprimirle, es retomado por el Papa Francisco. Los constantes mensajes del Santo Padre apuntan hacia esa dirección. Sus decisiones configuran esa transparencia evangélica, en vista a una estructura más adecuada de la Iglesia, en su construcción temporal.+