Viernes 26 de abril de 2024

Dos mandamientos que hacen sencillo el contenido de la fe

  • 3 de noviembre, 2012
  • Santa Fe
El arzobispo de Santa Fe de la Vera Cruz, monseñor José María Arancedo, explicó que el contenido de la fe es sencilo y profundo a la vez y se sintetiza en el primer mandamiento, que es "amarás al Señor tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma" y en el segundo, que es su consecuencia necesaria: "Amarás a tu prójimo como a ti mismo". Tras explicitar sobre el primero que "cuando Dios ocupa su lugar, y no hacemos de él un ídolo al que queremos o pretendemos manejar, es decir, cuando Dios es el único Señor, todo adquiere su lugar y se jerarquiza", dijo sobre el segundo: "Todo hombre en cuanto hijo de Dios es mi hermano. A esta certeza primera le debemos agregar que Jesucristo al hacerse hombre se ha identificado a todo hombre, se ha hecho hermano de cada hombre para asumir su vida y hacerse su camino, de un modo especial con los más pobres y necesitados". "La fe en Dios no puede ser un refugio. Una fe que no vea en el rostro de todo hombre a un hermano, no es una fe plenamente cristia
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El arzobispo de Santa Fe de la Vera Cruz, monseñor José María Arancedo, explicó que el contenido de la fe es sencilo y profundo a la vez y se sintetiza en el primer mandamiento, que es "amarás al Señor tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma" y en el segundo: "Amarás a tu prójimo como a ti mismo".

Tras reconocer que "comprender y vivir esta simpleza del Evangelio de Jesús no siempre es fácil", indicó que "la fe necesita de un corazón limpio".

Por esto, el prelado puntualizó en su alocución semanal que el contenido simple de la fe es "amar a Dios y amar al prójimo. Ambos, son como las dos caras de una auténtica vida de fe".

"Cuando Dios ocupa su lugar, y no hacemos de él un ídolo al que queremos o pretendemos manejar, es decir, cuando Dios es el único Señor, todo adquiere su lugar y se jerarquiza. Cuando Dios es Dios, el hombre se comprende como criatura, conoce su verdadera grandeza y sus límites. Dios no ocupa el lugar de nadie, no compite, pero ilumina el lugar de todos. Así, la fe, nos introduce en la verdad profunda de lo que somos, ella nos habla de la dignidad de ser hijos de Dios en este mundo, con un destino de vida eterna. Esta Vida, por otra parte, no es algo futuro sino ya presente que se nos comunica como gracia a través de Jesucristo, por su Palabra y los Sacramentos. Esta es la verdad y la exigencia de la Iglesia. Amar a Dios que es mi creador, y a Jesucristo que es mi redentor, es el primer mandamiento", subrayó.

Monseñor Arancedo aseguró que "el segundo mandamiento es su consecuencia necesaria. Todo hombre en cuanto hijo de Dios es mi hermano. A esta certeza primera le debemos agregar que Jesucristo al hacerse hombre se ha identificado a todo hombre, se ha hecho hermano de cada hombre para asumir su vida y hacerse su camino, de un modo especial con lo más pobres y necesitados".

"La fe en Dios no puede ser un refugio. Una fe que no vea en el rostro de todo hombre a un hermano, no es una fe plenamente cristiana. Podemos distinguir el amor a Dios y el amor a nuestro hermano, pero no separarlo, porque forman una unidad en el designio creador y redentor de Dios", concluyó.+

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