Viernes 26 de abril de 2024

Viacrucis de la Ciudad: El Card. Poli llamó a la reconciliación

  • 15 de abril, 2017
  • Buenos Aires (AICA)
Miles de personas participaron este Viernes Santo del tradicional viacrucis de la Ciudad por la Avenida de Mayo, en la que el arzobispo de Buenos Aires, cardenal Mario Aurelio Poli, cargó la cruz y en su reflexión final hizo un llamado a la reconciliación del país: "Seguimos pensando que la reconciliación es el camino de la paz, la justicia y un futuro prometedor para todos, sin exclusión. Si no hay reconciliación no hay patria, no hay futuro".
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Miles de personas participaron este Viernes Santo del tradicional viacrucis de la Ciudad por la Avenida de Mayo, en la que el arzobispo de Buenos Aires, cardenal Mario Aurelio Poli, cargó la cruz y llamó a la reconciliación de los argentinos.

La recreación de la vía dolorosa de Jesucristo, a la que Jorge Bergoglio asistía mezclado entre los fieles, se inició en la intersección de la avenida de Mayo y la calle Bernardo de Irigoyen, y las catorce estaciones fueron representadas a lo largo de la Avenida de Mayo.

"Convencidos de la verdad de las enseñanzas de Cristo desde la Cruz, seguimos pensando que la reconciliación es el camino de la paz, la justicia y un futuro prometedor para todos, sin exclusión. Si no hay reconciliación no hay patria, no hay futuro", sostuvo el cardenal Poli en su reflexión final en la Plaza de Mayo.

"No vacilamos en decir a nuestros representantes de la sociedad civil que el camino de un futuro prometedor se abre con la justicia, con el perdón y la reconciliación, para que las heridas del pasado se curen desde adentro, desde lo más profundo y desde una deseada paz verdadera que es madre del amor que lo puede todo: amor a la Nación que queremos alcanzar", agregó.

El cardenal Poli hizo repetir dos veces las palabras de Cristo: "Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen", que el público coreó de viva voz.

"Sobre la cruz de Jesús se desató todo el odio del mundo y se produjo el milagro: el odio se transformó en amor", dijo el cardenal.

Hizo mirar el frontispicio de la Catedral, que representa a José recibiendo en Egipto afectuosamente y perdonando a sus hermanos, que habían querido matarlo.

El cardenal explicó que esa escena no estaba en el frontispicio original. Fue puesta después de la Constitución de 1853; la Iglesia quiso poner un gesto de reconciliación. Señaló que a José le hicieron de todo y en su momento tenía mucha bronca en el corazón. Pero Dios le movió el corazón y se reconcilió con sus hermanos, que habían querido matarlo. Y la Iglesia quiso poner ese signo tras las guerras que atravesó el país desde los tiempos de la lucha por la Independencia.

Dijo que en la Plaza de Mayo convergen muchos grupos, vienen a reivindicar sus derechos, sus causas. "Nosotros también como cristianos queremos estar presentes".

"Si no hay reconciliación no hay futuro, no hay patria", dijo. Acentuó este principio, suponiendo la justicia y la memoria.

"Si no se abre la puerta del futuro, no nos vamos a reconocer como hermanos", dijo. Y pidió que "el Señor nos conceda ser apóstoles de la reconciliación".

"La patria necesita reconciliarse, reconocerse, reconocer que somos hermanos y tirar parejo", añadió.

"Argentinos, el Señor nos está diciendo: Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen". Tenemos que hacernos cargo de este mensaje de la Cruz", concluyó.

El arzobispo estaba acompañado en el estrado por los obispos auxiliares monseñor Enrique Eguía Seguí y monseñor José María Baliña, que también fueron caminando en la marcha.

La manifestación pública de fe fue precedida por la imagen del Cristo del Buen Amor, una talla de poco más de 1,80 metros también conocida como el Cristo de los Futbolistas, y una imagen de la Virgen Dolorosa, realizada en 1870.

Un grupo de personas también llevó en andas una cruz penitencial de 15 metros de largo, y un peso de 130 kilogramos, como "una expresión de solidaridad a Jesús y muestra de sacrificio".

Los jóvenes de la arquidiócesis transportaron por la arteria porteña otra cruz iluminada y los niños la cruz penitencial, como "símbolo de esperanza y unión para el país que viene".

Al llegar a la Plaza de Mayo, donde se ubicó una imagen de la beata Mama Antula, se representó la crucifixión de Jesucristo y el cardenal Poli hizo una reflexión.

Luego el Cristo yacente, flanqueado de antorchas encendidas, fue entrado a la Catedral, donde fue colocado, para ser besado y tocado por quienes quisieran, los obispos en primer lugar. La catedral se llenó de gente, rezando. Varios sacerdotes impartían el sacramento del perdón en los confesionarios y algunos seminaristas hablaban brevemente con fieles que hacían cola y les daban una bendición con agua bendita.

Un libro con comentarios de los fieles, agradeciendo gracias recibidas, alabando al Señor y pidiendo favores para sus familias, amigos, el país -también escribían turistas y visitantes de otros países- se llenó en los últimos días y ya no había más espacio para escribir.

Luego, hasta casi medianoche se desarrolló un auto sacramental, una representación de la vida, pasión, muerte y resurrección del Señor Jesucristo en un escenario levantado en la esquina de Diagonal Norte y San Martín. Luces, sonido, música, actuaciones rememoraron vivamente escenas de la vida de Jesús, ante un público atento que siguió de pie al aire libre la larga representación.

Unos treinta integrantes de la agrupación artística Banuev (Buenos Aires para la Nueva Evangelización) representaron los papeles de Jesús, María, José, Pedro, los soldados romanos, las santas mujeres, el pueblo, en una cuidada escenificación de la vida, pasión, muerte y resurrección de Jesús.