Jueves 28 de marzo de 2024

En Nicaragua, una Semana Santa con prohibiciones a la piedad popular

  • 4 de abril, 2023
  • Managua (Nicaragua) (AICA)
Los católicos viven una situación con tristeza, sufrimiento e impotencia. Pero a pesar de las prohibiciones las iglesias, y en particular las capillas de adoración perpetua, están colmadas de fieles.
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Con procesiones totalmente prohibidas, así se iniciaron este domingo 2 de abril las celebraciones de Semana Santa en Nicaragua. Eso, tras la decisión adoptada por el presidente Daniel Ortega, en febrero pasado, de prohibir a la Iglesia sacar a los santos a las calles y de no autorizarla a celebrar las procesiones de viacrucis durante la Cuaresma.

Nicaragua es un país donde la religiosidad popular es muy fuerte. Las procesiones públicas por barrios urbanos y zonas rurales han sido un medio de los fieles para vivir la fe y fortalecerla desde la primera evangelización; es la primera vez en la historia del país que un gobierno limita su expresión, lo cual no había ocurrido ni siquiera en las peores épocas de la dictadura de los años '80, declararon fuentes locales a la fundación pontificia Ayuda a la Iglesia Necesitada (ACN), a las que esta fundación prefiere no nombrar por motivos de seguridad. La policía -declararon esas fuentes- estarían visitando cada parroquia para hacer vigente la prohibición, como una medida más del gobierno para desanimar a los fieles.

La orden policial fue adoptada después de que el presidente de Nicaragua y jefe supremo de la Policía Nacional, Daniel Ortega, tildara de "miembros de la mafia" a sacerdotes, obispos, cardenales y al papa Francisco.

El obispo de la diócesis nicaragüense de León y Chinandega (occidente), monseñor Sócrates René Sandigo, explicó entonces que la autoridad policial solo autorizó a realizar los viacrucis en el interior o en el atrio de las parroquias, pero no en las calles.

En ese sentido, la arquidiócesis de Managua realizó este Domingo de Ramos la tradicional “Procesión del Triunfo” -con la imagen de Jesucristo también conocida como de “Las Palmas”-, con la que oficialmente se inaugura allí la Semana Santa, únicamente en un lateral de la catedral metropolitana de la capital nicaragüense.

El Centro Nicaragüense de los Derechos Humanos (Cenidh) denunció por su parte, a través de sus redes sociales, que “la prohibición de procesiones de Cuaresma y Semana Santa en Nicaragua son una flagrante violación a la libertad de conciencia, religión y libertad de expresión”.

“Este año, sin procesiones a nivel nacional, la Semana Santa estará incompleta, mutilada, faltará el cuerpo de la participación popular”, indicó ese organismo.

El miedo no “paraliza” la fe de los nicaragüenses
“Este tiempo de persecución es un tiempo penitencial, los nicaragüenses vivimos bajo el terror, el miedo y la angustia. Los psicólogos de nuestro país dicen que esto lo sufre toda la población”, declaró María, una laica nicaragüense con su identidad modificada por miedo a represalias, a ACN.

En la espiral cada vez más profunda de intentar silenciar a la Iglesia en Nicaragua, “se prohibió el ejercicio de piedad popular como es el viacrucis o las procesiones, ya no salen de las parroquias a las calles como se hizo desde siempre. Los sacerdotes están siendo perseguidos; personas llegan a las eucaristías a grabar las homilías; no se puede pedir públicamente por la libertad de monseñor Rolando Álvarez. Yo formo parte de un grupo de oración que se reúne semanalmente y, en los últimos días, hemos sido vigilados por un paramilitar que claramente va armado, con pistola bajo la camisa”, contó María.

Sin embargo, la respuesta de los fieles nicaragüense durante el vía crucis que está viviendo el país es buscar caminos personales para unirse a la cruz: “Aun así, seguimos buscando formas de mortificación, el sacramento de la confesión, el rezo del viacrucis en nuestras casas, en las parroquias, la asistencia a la misa dominical. Nos reunimos también en oración utilizando Zoom, WhatsApp o viendo predicaciones de YouTube o de Facebook; este pueblo sigue esperando en su Dios”, afirmó María.

Por temor a acusaciones de desacato al Estado, muchos sacerdotes tienen limitados sus actos y sus homilías. Los obispos fueron acusados públicamente por el presidente del gobierno de promover la muerte en Nicaragua, los llamó hijos del demonio y, en la cadena de radio nacional, llamó energúmeno y soberbio a monseñor Rolando Álvarez, condenado a 26 años de prisión por no querer salir del país.

La situación es extremadamente difícil en las diócesis de Matagalpa y de Estelí, ambas bajo la responsabilidad de monseñor Álvarez, donde la vigilancia es muy fuerte, relatan las mismas fuentes; pero, en todo el país, los fieles temen que obispos y sacerdotes puedan ir a la cárcel o ser deportados.

“A pesar de los asedios a las parroquias, nuestra devoción continúa siendo muy fuerte. Los nicaragüenses tenemos tres amores: Jesús en la Eucaristía, la Purísima -o devoción a Maria Inmaculada- y los pastores (el santo padre, los obispos y los sacerdotes). Ellos tienen nuestras oraciones”, expresó una vez más María.

“El miedo no nos paraliza. Estamos seguros de que el clamor de este pueblo será escuchado por Dios. El miedo no nos paraliza mientras tengamos fuerzas para arrodillamos y alzar nuestras manos a Dios, rogando a Quien todo lo puede”, concluyó la joven fiel nicaragüense.+