Mons. Rossi afirmó que el desafío es "no consentir el desencanto"
- 6 de septiembre, 2022
- Córdoba (AICA)
El arzobispo de Córdoba recordó que una cosa es experimentarlo y otra consentirlo. "Esto no lo podemos permitir", porque consentirlo "es instalarlo en el corazón y empezar a vivir del desencanto".
Homilía dominical de monseñor Rossi
El arzobispo de Córdoba, monseñor Ángel Sixto Rossi SJ, explicó que el discernimiento –tal el tema elegido por el papa Francisco para su catequesis de los miércoles- “es poder distinguir en nuestra vida, para poder elegir y ver qué es lo que me acerca a Dios y qué es lo que me aleja; lo que me ayuda y no me ayuda”.
“Así de complicado a veces es en la vida, porque no es tan fácil como discernir entre la gracia y el pecado, que es más evidente; sino que a veces tenemos que elegir entre dos cosas buenas”, planteó en su homilía dominical.
El arzobispo cordobés recordó que “el sabio es el que elige entre una vida arrastrada o una viva vivida plenamente” y detalló: “Elegir entre vivir despiertos o vegetar, elegir realizar nuestros mejores sueños o, a veces, como andar rumiando nuestros peores deseos”.
“Elegir pasar los años envejeciendo; pero sin madurar, o esforzarnos en madurar sin envejecer”, graficó, y agregó: “Elegir ir sacrificando las ilusiones o levantar tercamente la bandera de las ilusiones y saber que podemos perder todo, menos el entusiasmo”.
Monseñor Rossi advirtió que “en estos tiempos jorobados es importante tener cuidado al desencanto” y lamentó que “el desencanto se nos ha instalado. Cada vez cuesta más creer en la gente, cuesta creer en quienes nos gobiernan, cuesta creer en quienes nos cuidan y, a veces, hasta cuesta creen en nosotros mismos”.
“Y se instala el desencanto. Dice algún autor: ‘es inevitable el desencanto’” y afirmó: “A lo largo de vida no todo es desencanto, pero a lo largo de la vida nos visitan unos cuantos desencantos, justamente uno madura a partir de ir superándolo”.
El arzobispo insistió en diferenciar que “una cosa es experimentar el desencanto; otra cosa es –y este es el desafío- consentir al desencanto. Eso no lo podemos permitir” y explicó: “Consentir el desencanto es instalarlo en el corazón y empezás a vivir del desencanto”.
“Lo contrario a consentir el desencanto es poner la mirada en el Señor, Él nunca nos va a desencantar”, concluyó.+
