Jueves 21 de noviembre de 2024

Mons. Mestre: 'La paz de Dios es el fruto precioso de la Pascua'

  • 12 de abril, 2024
  • La Plata (Buenos Aires) (AICA)
"Esa paz -dijo el arzobispo de La Plata- incluye la alegría, el bienestar, la serenidad profunda, la unión en la justicia, la reconciliación. En definitiva, todos los bienes del Reino de Dios".
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Monseñor Gabriel Mestre, arzobispo de La Plata, ofreció tres puntos de reflexión para el tercer domingo de Pascua y propuso, a la luz de las lecturas, orar y meditar con las siguientes tres palabras: paz, escrituras, testigos.

¡La paz esté con ustedes!
En el primer punto, recordó que “Jesús saluda a los discípulos con el don mesiánico de la paz: el shalom hebreo, la paz. No se trata de un simple saludo exterior, sino que implica realmente la actualización y la permanencia de la paz en la vida de todos y cada uno de los destinatarios del saludo”. 

“En perspectiva bíblica -continuó-, la paz no solo es ausencia de conflicto o de guerra, no es solo una suerte de armonía externa; incluye también la alegría, el bienestar, la serenidad profunda, la unión en la justicia, la reconciliación… En definitiva, todos los bienes del Reino de Dios”. 

El prelado aseguró que la paz de Dios “es el fruto precioso de la Pascua”. “El Misterio Pascual, la muerte y resurrección del Señor, traen paz al corazón del discípulo que se abre a Dios. Hoy se hace patente lo que dice la Palabra de Dios en la Carta a los cristianos de Éfeso: ‘Cristo es nuestra paz’”.

“¿Vivo en paz? ¿Mi corazón está en paz? ¿Dónde busco y dónde encuentro la paz? ¿Qué me falta para estar en paz?¿Encuentro en Cristo la paz definitiva? ¿Dejo que Jesús resucitado hoy me 'salude' y me otorgue su paz, con todo lo que esto significa?”, invitó a preguntarse el  prelado.

Comprender las escrituras
Mons. Mestre manifestó asimismo que Jesús Resucitado, a los apóstoles, “también les abre la inteligencia para que puedan comprender las escrituras. No se trata, al menos en un primer nivel, de un comprender conceptualmente la Biblia. La expresión es más profunda. Posee un sentido más vital: captar realmente el sentido de la Palabra de Dios para la vida de todos y cada uno”. 

“Podríamos hablar de una comprensión vital de las Escrituras. Dejar que la Biblia leída y orada en la fe de la Iglesia sea fuente de espiritualidad para nuestra vida personal y comunitaria. Comprende las Escrituras quien descubre que Cristo Resucitado está hablando en sus textos para tener vida en abundancia”. 

Y agregó: “Hoy, en medio de los problemas de la vida, somos invitados a comprender las Escrituras desde esta misma realidad compleja, dolorosa e incierta que muchas veces padecemos. La Escritura, en muchos de sus textos, nos da claves para comprender qué es lo que está aconteciendo. El desafío es orar la Escritura con el corazón de la Iglesia, para dejar que Dios hoy ilumine nuestra realidad”.

Ser testigos de la Resurrección
“Al final del texto evangélico, se nos recuerda cuál es nuestra misión en función de la Resurrección de Cristo. Es ser testigos. La palabra testigo en griego es martyr, es decir mártir en español. El testigo es el que testimonia con su vida aquello que atestigua. Ser testigo (mártir) de la Resurrección de Cristo es dar testimonio con la vida de que el Señor realmente ha resucitado”, enfatizó. 

El arzobispo platense manifestó que, “una vez más, se nos invita a comunicar la alegría de la resurrección a los hermanos, siendo verdaderos testigos, testimonios vivientes de lo que hemos visto y oído”. 

“El Papa Francisco nos recuerda constantemente la importancia del testimonio cristiano, la capacidad de ser testigos de Cristo. En esa línea, plantea con claridad, en la Exhortación Apostólica sobre la santidad: 'Todos estamos llamados a ser santos viviendo con amor y ofreciendo el propio testimonio en las ocupaciones de cada día, allí donde cada uno se encuentra. ¿Eres consagrada o consagrado? Sé santo viviendo con alegría tu entrega. ¿Estás casado? Sé santo amando y ocupándote de tu marido o de tu esposa, como Cristo lo hizo con la Iglesia. ¿Eres un trabajador? Sé santo cumpliendo con honradez y competencia tu trabajo al servicio de los hermanos. ¿Eres padre, abuela o abuelo? Sé santo enseñando con paciencia a los niños a seguir a Jesús. ¿Tienes autoridad? Sé santo luchando por el bien común y renunciando a tus intereses personales' (GEE, 14)”, rememoró.

Y finalizó: “¿Soy testigo de la resurrección de Cristo ante todas las personas? ¿Doy testimonio con mis palabras, gestos, acciones, actitudes de que realmente estoy del lado de Cristo que es luz y vida? ¿Transmito a otros la paz que Cristo resucitado nos otorga?”.+