Sábado 27 de abril de 2024

Mons. Mestre: "El pobre es sacramento y presencia del mismo Cristo"

  • 30 de noviembre, 2023
  • La Plata (Buenos Aires) (AICA)
"El pobre no es para el cristiano un dato estadístico más, una cifra escandalosa o un elemento social para atender", aseguró el arzobispo de La Plata.
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"¿Qué es el reino de Dios?", "Los hermanos más pequeños" y "El examen final", fueron los tres conceptos guía que el arzobispo de La Plata, monseñor Gabriel Mestre, utilizó para sus habituales "tres puntitos" del domingo 26 de noviembre, en los que subrayó que "el pobre no es para el cristiano un dato estadístico más o una cifra escandalosa". "El pobre, el pequeño -dijo- es mucho más: es sacramento y presencia del mismo Cristo".

¿Qué es el reino de Dios?
En el primer punto, recordó que el reino de Dios, el reinado de Jesucristo, “no tiene que ver con las pompas de este mundo, ni con los títulos nobiliarios de esta tierra. No tiene que ver con los ejércitos, ni con el lujo, ni con el estrellato de los resabios de nobleza que algunas veces aparecen en determinados medios de comunicación”.

“El reino de Dios celebrado en plenitud tiene que ver con el reinado de Jesucristo en el corazón de cada discípulo misionero, en cada familia, en cada comunidad”, aseguró. 

Y continuó: “Queda bien descripto en el prefacio que rezamos de la liturgia de este día: reino de verdad y de vida, reino de santidad y de gracia, reino de justicia, de amor y de paz. Siete palabras que definen lo propio del reino que hoy celebramos en la Liturgia de la Iglesia: Dios reina en nuestros corazones como verdad, vida, santidad, gracia, justicia, amor y paz. ¡Qué la gracia de Cristo reine siempre en nuestros corazones”.

El arzobispo platense animó a reflexionar: “¿Quién o quiénes reinan hoy en mi corazón, en mi familia, en mi comunidad? ¿Vivo mi fe desde la perspectiva del reino? ¿Dejo que Jesús reine como verdad, vida, santidad, gracia, justica, amor y paz? ¿Descubro que en este reinado de Dios se juega mi vocación bautismal?”.

Los hermanos más pequeños
Monseñor Mestre manifestó que “si Jesús reina en nuestras vidas la respuesta y las exigencias del Evangelio de hoy surgirán con más naturalidad. Seis verbos se repiten didácticamente a lo largo del texto: dar de comer, dar de beber, alojar, vestir, visitar e ir a ver... Son puntuales y concretos y miran a la realidad del más necesitado, el que es pequeño”.

“La palabra griega que se usa aquí y que se traduce como pequeño es elajiston. Este término griego no significa solo pequeño (esto sería micros), sino el “más pequeño”, pequeñísimo podríamos decir. Con estos hermanos (hambrientos, sedientos, forasteros, sin ropa, enfermos, encarcelados) se identifica el Señor, en ellos está realmente presente Jesús”, enfatizó. 

Y subrayó: “En este sentido, en cuanto necesitado, descartado, marginado, el pobre no es para el cristiano un dato estadístico más, una cifra escandalosa o un elemento social para atender. El pobre, el pequeño es mucho más: es sacramento y presencia del mismo Cristo.

“¿Quiénes son hoy los más pequeños en el horizonte de mi vida? ¿Cómo es mi actitud con los más pequeños? ¿Cómo me comporto con los pobres y necesitados de mi entorno habitual? ¿Cómo actúo ante los que están en las periferias geográficas y existenciales de la vida? ¿Conjugo los verbos que aquí se describen y los que sean necesarios? ¿Veo en el pobre y necesitado, en el pequeño, el rostro del mismo Señor?”, se preguntó.

El examen final
En el último punto, se refirió a una palabra sobre el tema del juicio final y manifestó: “Todos, inexorablemente, pasaremos por el examen final de nuestra vida. Nos complican los pequeños exámenes de nuestra vida cotidiana: ¡Cuánto más nos debe preocupar este examen final! Tenemos que tomar este tema con mucha seriedad y responsabilidad. No debemos despreocuparnos de este examen, pero tampoco tenemos que generarnos miedo, como compartíamos los Domingos anteriores”.

El tema del examen final es nada más y nada menos que el amor. El examen final, el juicio final tiene tema único e igual para todos y no nos podemos copiar: se juega únicamente en el amor-misericordia ejercitado con todos, especialmente con los más pequeños.

“¿Soy consciente que el juicio final, el examen final es parte de la vida? ¿Lo vivo con indiferencia... con obsesiva preocupación... con responsabilidad y seriedad? ¿Ayudo a los demás a tomar su vida con responsabilidad? ¿Vivo con serenidad el día del juicio en la medida que busco cada día el camino de la misericordia y el amor con los hermanos, especialmente con los más pequeños y los más necesitados? ¿Examino mi vida de cara a mi fe en Dios y el compromiso con los pobres y enfermos? Si el juicio final fuera dentro de pocas horas: ¿Qué tendría para “rendir” en mi examen?”, finalizó.+