Viernes 26 de abril de 2024

Mons. Buenanueva: "En el secreto invisible del corazón humano, el Espíritu realiza su obra"

  • 19 de diciembre, 2017
  • San Francisco (Córdoba)
El obispo de San Francisco, monseñor Sergio Osvaldo Buenanueva, compartió una vez más con los fieles sus reflexiones sobre el Credo. Con el título "Creo en el Espíritu Santo", su columna en el periódico La Voz de San Justo afirma que "la gran súplica al Espíritu es una invocación para que se haga presente y realice su obra".
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En una nueva entrega de sus reflexiones sobre el Credo, el obispo de San Francisco, monseñor Sergio Osvaldo Buenanueva, se centró en la frase "Creo en el Espíritu Santo".

En su columna, el obispo afirma que el Credo surge de la liturgia bautismal: "¿Crees en Dios Padre todopoderoso? ¿Y en Jesucristo, su Hijo? ¿Crees en el Espíritu Santo?", recuerda las preguntas formuladas a quienes se convierten en discípulos de Cristo.

"Estos tres nombres divinos articulan el contenido doctrinal de la fe cristiana. Así, el Credo, con palabras tomadas de las Escrituras, expresa la novedad de vida que da el bautismo: soy hijo de Dios por Jesucristo en el Espíritu Santo", resume.

Al referirse a la tercera parte del Credo, centrada en la figura del Espíritu Santo, el prelado retoma la expresión "el Dios desconocido" de quien, considera, es más difícil hablar: "¿Qué palabras e imágenes nos resultan aptas para hablar de Él? ¿No terminan siendo difíciles de retener, como agua que se escurre entre las manos?", plantea.

"Esa es la mejor experiencia para acercarnos al misterio del Espíritu" asegura monseñor Buenanueva, y recuerda lo que Jesús explicó a Nicodemo: "El viento sopla donde quiere, tú oyes su voz, pero no sabes de dónde viene ni adónde va. Lo mismo sucede con todo el que ha nacido del Espíritu".

"Es la experiencia de un Dios que el hombre no puede manipular. El creyente es invitado a adorarlo y a confiarse a Él y, como el mismo Jesús, dejándose colmar y conducir por su Espíritu. Así llega a ser hijo de Dios y a gozar de una libertad extraordinaria: ?Porque? donde está el Espíritu del Señor, allí está la libertad?", sostiene.

El prelado destaca que en la raíz de la palabra "espíritu" está también "la imagen del aliento vital que expresa la vida" y explica que "si el hombre respira, es que vive. El aliento acompaña cálidamente las palabras que surgen de su boca. No ves el viento. Tampoco tu aliento. Sin embargo, puedes percibir sus efectos, entre ellos, la propia respiración, tu propia vida. Invisible pero real. Así es el Espíritu".

"La Biblia nos dice, ya desde su primera página, que el aliento divino ha sido derramado sobre la creación. El Salmo 103 afirma poéticamente: ?Si escondes tu rostro, Señor, se espantan; si les quitas el aliento, expiran y vuelven al polvo. Si envías tu aliento son creados, y renuevas la superficie de la tierra?. En el Nuevo Testamento, Cristo resucitado sopla su Espíritu sobre sus discípulos para que continúen su misión", recuerda.

Retomando lo escrito en el Nuevo Testamento, el prelado expone que "la Iglesia confiesa que el Espíritu Santo es una Persona distinta del Padre y del Hijo, pero inseparable de ellos. Y, con ellos, cumple su misión en la salvación", tal como lo expresa San Pablo: "La gracia de nuestro Señor Jesucristo, el amor de Dios, y la comunión del Espíritu Santo permanezcan con todos ustedes".

"Invocamos al Padre y a Jesús como Hijo y Salvador. ¿Y al Espíritu? La gran súplica al Espíritu es una invocación para que se haga presente y realice su obra: ¡Ven a nosotros, oh Espíritu Santo, y abre nuestro mundo y nuestro corazón a la comunión con el Dios vivo y verdadero!", continúa.

Para finalizar, monseñor Buenanueva nombra al Espíritu como el "dulce Huésped del alma" y afirma que "allí, en el secreto invisible del corazón humano, el Espíritu realiza su obra: humanizarnos, formando a Cristo en nosotros, dándonos sus mismos sentimientos y, de esa manera, convertirnos en hijos e hijas de Dios".+

» Texto completo de la reflexión




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