Domingo 28 de abril de 2024

Francisco presidió en Roma la Misa del Miércoles de Ceniza

  • 15 de febrero, 2024
  • Roma (Italia) (AICA)
El Papa presidió la misa de miércoles de Ceniza y recordó que es tiempo "para que todo lo que vivamos nazca desde dentro y se corresponda con los movimientos del corazón".
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El Papa Francisco presidió este miércoles 14 de febrero la misa del Miércoles de Ceniza en la basílica de Santa Sabina, sede de la Curia General de los Frailes Predicadores Dominicos y punto de llegada de la procesión penitencial que partió de la Iglesia de San Anselmo. 

Concelebraron la Eucaristía, el secretario de Estado de la Santa Sede, cardenal Pietro Parolín; el decano del Colegio Cardenalicio, cardenal Giovanni Battista Re; el vicedecano y prefecto emérito del Dicasterio para las Iglesias Orientales, cardenal Leonardo Sandri, entre otros purpurados y sacerdotes.

Allí, Francisco aseguró que la invitación de Jesús para cada cristiano es “entrar en lo secreto” y reafirmó “entrar en lo secreto significa volver al corazón, como exhorta el profeta Joel”.

“Se trata de un viaje desde el exterior al interior, para que todo lo que vivamos, incluso nuestra relación con Dios, no se reduzca a la exterioridad, a un marco sin pintura, a un revestimiento del alma, sino que nazca desde dentro y se corresponda con los movimientos del corazón; es decir, con nuestros deseos, con nuestros pensamientos, con nuestro sentir, con el núcleo originario de nuestra persona”.

La Cuaresma, tiempo para despojarnos del “maquillaje”
El Santo Padre subrayó que la Cuaresma “nos sumerge entonces en un baño de purificación y de despojamiento; quiere ayudarnos a quitar todo ‘maquillaje’, todo aquello de lo que nos revestimos para parecer adecuados, mejores de lo que realmente somos”.

“Volver al corazón significa volver a nuestro verdadero yo y presentarlo tal como es, desnudo y despojado, frente a Dios. Significa mirarnos por dentro y tomar conciencia de quiénes somos realmente, quitándonos las máscaras que a menudo usamos, disminuyendo el ritmo de nuestro frenesí, abrazando la vida y la verdad de nosotros mismos”. “La vida no es una actuación, y la Cuaresma nos invita a bajar del escenario de la ficción para volver al corazón, a la verdad de lo que somos. Volver al corazón, volver a la verdad”, agregó.

Por eso, dijo el Papa, con un espíritu de oración y humildad, “recibimos la ceniza sobre nuestra cabeza, un gesto que quiere remitirnos a la realidad esencial de nosotros mismos”.

“Somos polvo, nuestra vida es como un soplo, pero el Señor, Él y solamente Él, no permite que ese polvo que somos se desvanezca; Él lo recoge y lo plasma para que no lo dispersen los vientos impetuosos de la vida y no se disuelva en el abismo de la muerte”, enfatizó. El Pontífice subrayó también que “la ceniza puesta sobre nuestra cabeza nos invita a redescubrir el secreto de la vida”.

Y agregó: “Mientras sigas usando una armadura que cubre el corazón, camuflándote con la máscara de las apariencias, exhibiendo una luz artificial para mostrarte invencible, permanecerás vacío y árido. En cambio, cuando tengas la valentía de inclinar la cabeza para mirar tu interior, entonces podrás descubrir la presencia de un Dios que te ama desde siempre; finalmente se harán añicos las corazas que te has construido y podrás sentirte amado con un amor eterno”. El obispo de Roma destacó que “cada uno de nosotros somos amados con amor eterno”.

El Papa precisó que “si en la ceniza que somos arde el fuego del amor de Dios, entonces descubrimos que estamos modelados por este amor y que somos llamados al amor; que se concretiza en amar a los hermanos que tenemos a nuestro lado, estar atentos a los demás, vivir la compasión, ejercitar la misericordia, compartir lo que somos y lo que tenemos con quien lo necesita”.

En tanto, señaló que “la limosna, la oración y el ayuno no pueden reducirse a prácticas exteriores, sino que son caminos que nos reconducen al corazón, a lo esencial de la vida cristiana”. “Nos hacen descubrir que somos polvo amado por Dios, prosiguió, y nos vuelven capaces de esparcir el mismo amor sobre la ‘ceniza’ de tantas situaciones cotidianas, para que en ellas renazca esperanza, confianza y alegría”.

Entregarse a Dios
El Pontífice invitó a escuchar “la voz del Señor que no se cansa de repetirnos: entra en lo secreto, entra en lo secreto, vuelve al corazón”. La considera “una sana invitación para nosotros, que a menudo vivimos en la superficie, que nos inquietamos para hacernos notar, que siempre necesitamos ser admirados y apreciados”.

Entremos en nuestra habitación interior
“Sin darnos cuenta  -dijo el Santo Padre-   nos encontramos sin contar más con un lugar secreto donde detenernos y custodiarnos a nosotros mismos, inmersos en un mundo en el que todo, incluso nuestras emociones y sentimientos más íntimos, deben volverse ‘social’, pero, ¿cómo puede ser social lo que no brota del corazón?”.

Volvamos a Dios con todo el corazón
Para este tiempo de Cuaresma, el Santo Padre pidió “dejar espacio para la oración silenciosa de adoración, en la que permanecemos en presencia del Señor a la escucha, como Moisés, como Elías, como María, como Jesús”. 

Hacia el final de la homilía, animó a “no tener miedo de quitarnos los revestimientos mundanos y volver al corazón, a lo esencial”.+