Miércoles 24 de abril de 2024

Asumió un nuevo vicario judicial en el obispado castrense

  • 4 de febrero, 2022
  • Buenos Aires (AICA)
Monseñor Olivera aceptó la jura del nuevo vicario, presbítero Daniel Cirrincione, que contó con la presencia de los capellanes mayores, el vicario general, y el canciller, en la catedral castrense.
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Monseñor Santiago Olivera, obispo castrense, tomó juramento de fidelidad al nuevo vicario judicial y presidente del Tribunal del Obispado Castrense de Argentina, presbítero Daniel Alfredo Cirrincione, el miércoles 2 de febrero en la catedral Castrense Stella Maris de la ciudad de Buenos Aires. 

Acompañó la jura el vicario general, monseñor Gustavo Acuña, junto con el canciller, presbítero Francisco Rostom Maderna, el capellán mayor de la Armada Argentina, presbítero Eduardo Castellanos, el capellán mayor de la Fuerza Aérea, presbítero César Tauro, el capellán mayor de la Gendarmería Nacional, presbítero Jorge Massut, el capellán mayor de la Prefectura Naval Argentina, presbítero Diego Tibaldo, el capellán mayor de la Policía de Seguridad Aeroportuaria, presbítero Rubén Bonacina, y el rector de la catedral castrense, presbítero Diego Pereyra.

El vicario saliente, sacerdote miembro de Fasta Juan Lisandro Scarabino, concluyó su servicio porque su superior lo trasladó a España.

En la ceremonia de la jura del nuevo vicario general del obispado castrense, monseñor Olivera expresó: “Es una alegría poder estar junto con los capellanes mayores, el rector de la iglesia catedral y el personal del obispado en el juramento de fidelidad, porque nos renueva en nuestro servicio pastoral lo que significa el servicio del vicario de justicia y presidente del Tribunal, para ayudar a los hombres y mujeres de nuestras Fuerzas a regularizar situaciones y acompañar la vida judicial de nuestro obispado”.

Por su parte, tras su juramento, el presbítero Cirrincione expresó: “Soy plenamente consciente de que mi consagración a Dios y al servicio a los demás conlleven que el ejercicio de mi ministerio en cumplimiento del deber, implique -a ejemplo de Jesús- dar la vida”.

Y prometió: “Cumpliré con gran diligencia y fidelidad las obligaciones a las que estoy comprometido con la Iglesia tanto universal como particular, en la que he sido llamado a ejercer mi servicio”, y destacó “particularmente el valor de la vida, el valor de la persona y el valor de la paz, a fin de que puedan vivir en plenitud la vocación bautismal y su pertenencia eclesial, según lo establecido por el Derecho”.

“Conservaré íntegro el depósito de la fe -agregó- y lo transmitiré y explicaré fielmente, evitando cualquier doctrina que le sea contraria, para que nuestro ‘servicio de paz entre las armas’ sea un nuevo anuncio del Evangelio en el mundo militar y policial, del que los militares y policías cristianos y sus comunidades son los primeros heraldos”.

Hacía el final, añadió: “Seguiré y promoveré la disciplina común a toda la Iglesia y observaré todas las leyes eclesiásticas, ante todo las contenidas en el Código de Derecho Canónico”.+