El jefe de una pandilla mandó aniquilar a ese grupo de gente, formado principalmente por ancianos, tras sospechar que habían enfermado a su hijo mediante brujería. Los obispos condenaron la matanza.
Algunos integrantes del Episcopado mexicano sostuvieron una reunión con la presidenta del país, a quien le manifestaron su "profunda preocupación" por la violencia que afecta al territorio.
El convento de las Misioneras de la Caridad, ubicado en Bas Delmas (Puerto Príncipe), fue saqueado e incendiado por un grupo armado conocido como "Barbacoa".
El sacerdote fue ultimado en el barrio de Cuxtitali, "al terminar la misa, cuando salía para continuar con sus labores pastorales", según informó el Episcopado mexicano.