"La sanación de esas heridas profundas no se resuelve con la sola utilización de procedimientos psicológicos; necesita el perdón de Dios", recordó el arzobispo emérito de Corrientes.
"Escandaliza la incoherencia. Se constituye en antitestimonio, que desacredita el contenido evangélico de la predicación", advirtió el arzobispo emérito de Corrientes.
El arzobispo emérito de Corrientes estimó que "la Iglesia debiera instituir una fiesta para celebrar el regreso a casa de los hermanos pecadores", como un modo de unirse "al gozo del cielo".
El arzobispo emérito de Corrientes recordó que "para lograr la capacidad de perdonar, es preciso obtener la humildad del arrepentimiento por las ofensas que hayamos infligido a los demás".