Hoy la Iglesia celebra la fiesta de los Apóstoles San Pedro y San Pablo, a quienes llama "Príncipes de los Apóstoles". Al primero por haber sido puesto por el mismo Jesucristo al frente de la Iglesia; al segundo por haber llevado el nombre de Jesús por todo el mundo conocido.
San Pedro: Era de Betsaida, Galilea, el oficio pescador. Cuando Jesús lo vio por primera vez le dijo: "Tú eres Simón, pero desde hoy te llamarás Cefas, es decir, Pedro, que quiere decir piedra". Y en otra ocasión le dijo: "Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia". Así lo constituyó cabeza de la naciente Iglesia. Después de Pentecostés Pedro empezó a predicar en Jerusalén, y con el tiempo se estableció en Antioquía. Siete años después se dirigió a Roma desde donde gobernó la Iglesia durante 24 años. En el año 67, por orden del emperador Nerón, murió crucificado, aunque por su pedido fue colocado en la cruz cabeza abajo.
San Pablo: Era hebreo, de la tribu de Benjamín. Nació en Tarso, Asia Menor. Celoso judío, fue un acérrimo perseguidor de los primeros cristianos, pero en un viaje a Damasco tuvo una visión divina que cambió totalmente su vida. Convertido al cristianismo fue el más grande predicador de la fe cristiana, llevando la nueva doctrina a todo el mundo conocido en ese tiempo. Ningún discípulo de Cristo escribió tanto como Pablo, de quien se conocen 14 epístolas que fueron en su tiempo la admiración de judíos y gentiles, y aún hoy conservan su fuerza original. San Pablo, a quien la Iglesia llama el Apóstol de las Gentes, murió en Roma, decapitado por orden de Nerón, el mismo día y año que San Pedro.