Nació en Vercelli, Piamonte, en 1085. Después de abandonar deudos y hacienda, efectuó la peregrinación a Compostela. Vuelto a Italia construyó un monasterio en el monte Vergine, cuna de la Congregación Benedictina de Ermitaños. Pronto se difundió en toda Italia la fama de su santidad y la vida de sus monjes, por lo que el rey de Nápoles y Sicilia, Roger II, lo llamó a sus dominios para pedirle consejo en las graves cuestiones del reino. Después de una vida ejemplar, Guillermo murió el año 1142 y fue enterrado por disposición del rey, en un sepulcro de mármol.