Habiendo la Iglesia suprimido la memoria de numerosos mártires de la primitiva comunidad cristiana, por no haber datos concretos de su existencia y de su martirio, y ante la evidente ausencia en el santoral de los numerosísimos mártires de ese tiempo, se estableció al día siguiente de la fiesta de los santos Pedro y Pablo, la conmemoración de los primeros mártires de la Iglesia Romana. En este día se hace memoria de todos los miembros de la comunidad cristiana de Roma que fueron martirizados durante la persecución de Nerón, desencadenada el año 64.