Fue el jefe de la Legión Tebana, compuesta por 666 soldados, todos cristianos del Alto Egipto. Tras una campaña militar en las Galias, en la que se destacó la Legión Tebana, el jefe del ejército victorioso, que era el mismo emperador Maximiano, dio orden para que todos los soldados se uniesen a la ceremonia de ofrecer sacrificios a los dioses para agradecerles su protección. La Legión Tebana en masa se negó a obedecer la orden. La contestación de Mauricio, en nombre de sus soldados, es una bella página de la historia de los mártires cristianos. “Somos tus soldados, señor -dijo Mauricio-, pero ante todo somos servidores del verdadero Dios. Te debemos obediencia en las obligaciones militares, pero no podemos renunciar a Aquel que es nuestro Creador y que es también el tuyo”. El emperador se enfureció y mandó pasar por las armas a la legión entera, comenzando por su jefe Mauricio. Era el año 287.