Segundo sermón de Cuaresma del predicador de la Casa Pontificia
- 29 de marzo, 2025
- Ciudad del Vaticano (AICA)
En su segunda homilía cuaresmal en el Vaticano, el predicador de la Casa Pontificia subrayó que "Cristo es profundamente libre porque nunca exige nada y salva al mundo con verdad y amor".

"Cristo es profundamente libre porque nunca exige nada a nadie y salva al mundo con la verdad y el amor", así lo afirmó este viernes 28 de marzo el predicador de la Casa Pontificia, Fray Roberto Pasolini OFMCap, en su segundo sermón de Cuaresma, que por primera vez está abierto a cualquier persona interesada en asistir al Aula Pablo VI del Vaticano.
El padre Pasolini centró su reflexión en el tema "libertad en el Espíritu" y manifestó alegría del regreso del Papa Francisco a la Casa Santa Marta, después de su larga estancia hospitalaria en el Policlínico Gemelli.
Tras la primera reflexión del 21 de marzo, centrada en "Aprender a recibir. La lógica del Bautismo", hoy el predicador de la Casa Pontificia se centra en "Ir a otro lugar-Libertad en el Espíritu" y traza algunos episodios de la vida pública de Jesús, en los que se manifiesta su profunda libertad y su modo de llevar la salvación al mundo. Fiel a su misión, de hecho, Cristo se libera de la tentación de la omnipotencia y, mediante la oración, desenmascara el riesgo de confundir el servicio auténtico con la búsqueda del reconocimiento personal.
No confíes de inmediato
Al respecto, el padre Pasolini indica tres enseñanzas del Hijo de Dios: no confiarse inmediatamente, saber decepcionar y no exigir. Para explicar lo primero, el predicador remite a un pasaje del Evangelio de Juan (2,23-25) en el que se dice que Jesús, aunque aclamado por muchos en Jerusalén, no se fía de ellos, porque "sabía lo que había en el hombre". Esta reacción distante -subrayó el padre capuchino- resulta desorientadora todavía hoy, en una época en la que dominan el individualismo y la competencia desenfrenada y la necesidad de ser constantemente valorado empuja a la búsqueda constante de "me gusta" y notificaciones.
El frágil corazón del hombre
Pero es precisamente de este tipo de reconocimiento rápido y superficial que Cristo permanece distante, porque sabe que el corazón del hombre, aunque es la morada del espíritu y de la voz de Dios, es también extremadamente frágil, manipulable, inconstante, miedoso. Como Maestro -continúa el predicador de la Casa Pontificia- Jesús espera del hombre una respuesta más consciente y madura. Un crecimiento, en definitiva, que no representa un proceso evolutivo mecánico, sino la capacidad de evaluar las circunstancias y saber gestionar la complejidad de las relaciones. Porque las cosas importantes requieren tiempo, paciencia, compromiso y dedicación. Lo que en Jesús aparece como frío desapego, subrayó, es en realidad sabiduría y profundo respeto por uno mismo y por los demás.
Saber decepcionar
La segunda enseñanza de Cristo se refiere, en cambio, a la capacidad de decepcionar las expectativas. Para analizar este tema, el padre Pasolini se inspira en un pasaje del evangelista Mateo (15, 23b-24) en el que una mujer pagana pide en voz alta al Señor que sane a su hija. Sin embargo, Él "ni siquiera le dirigió la palabra", ni la caridad de una mirada. La aparente insensibilidad de Jesús ante el sufrimiento, explicó el predicador, proviene del hecho de que Cristo no lleva los pasos del Salvador para sentirse importante y no teme ser irrelevante a los ojos de los demás. De hecho, paradójicamente, Él salva al mundo precisamente porque no necesita sentirse necesario, sino siempre y sólo útil.
La indiferencia pedagógica de Jesús
Entonces, cuando la mujer pagana insiste y se acerca a Cristo con terquedad y valentía, sin encerrarse en su orgullo y mentalidad de víctima, entonces Él reconoce su gran fe, aquella que es capaz de esperar que las cosas puedan cambiar para mejor. La aparente indiferencia de Jesús no es, pues, otra cosa que una pedagogía que hace aflorar en el corazón del hombre la confianza, la confianza en una vida mejor.
La esperanza que trae paz
La tercera y última enseñanza de Cristo, finalmente, es su capacidad de distanciarse del consenso de las multitudes. Un ejemplo de ello es el episodio de la multiplicación de los panes y los peces, narrado en el evangelio de Juan (6, 14). Un acontecimiento que despierta mucho entusiasmo entre los presentes; Pero Jesús se distancia, se retira a un lado, solo. Porque Él conoce, destacó el padre Pasolini, la fragilidad interior del hombre, que se considera insignificante y susceptible de ser manipulado por cualquier tipo de influencia e influenciador, antes que afrontar el esfuerzo de creer en sí mismo. Jesús regresa a sus discípulos sólo más tarde, cuando éstos se encuentran en dificultad, abrumados por una tempestad durante la travesía del lago de Galilea. Una tempestad que representa todos los miedos del hombre y su incapacidad de reconocer la fuerza escondida en la fragilidad. Sin embargo, incluso en las noches más oscuras, Jesús es la esperanza que nunca decepciona y que calma la tormenta y trae la paz.
La importancia de la libertad interior
Cuando Cristo explica entonces el significado profundo de la multiplicación de los panes y los peces, es decir, el significado de un alimento que lleva a la vida eterna mediante el don de sí mismo, muchos de sus discípulos lo abandonan. En ese momento Jesús pregunta a los Doce, sus seguidores más cercanos: "¿También ustedes quieren irse?" Y su pregunta, dice el padre Pasolini, no es irónica ni chantajista, porque Jesús no necesita confirmación para continuar su camino y no pierde el rumbo de su elección de vida. Al contrario, su pregunta es el espejo de una profunda libertad interior que no pide a nadie más, excepto a ella misma, que pague por su deseo.
No te encierres en complacencias inútiles
Este aspecto, continúa el predicador, es evidente también en las modalidades verbales recurrentes en los Evangelios, en las que se pasa gradualmente de lo imperativo a lo hipotético para poner en el centro las exigencias de una elección, de un amor libre y consciente. El Señor, de hecho -añadió el padre Pasolini-, no espera tener siempre hijos dispuestos y deseosos de hacer su voluntad; Al contrario, le preocupa que estos niños no sean libres de expresar sus sentimientos y acaben encerrándose en el recinto de una complacencia inútil, esclavos de sí mismos y de las expectativas de los demás. En cambio, tener el coraje de expresar sinceramente los propios deseos nos abre a una vida mayor y nos acerca al Reino de Dios. Porque la verdad y el amor no necesitan imponerse, concluyó el predicador de la Casa Pontificia, sino que saben esperar a que las cosas maduren, en plena adhesión y libertad. Y así es como Cristo salva al mundo.+