Sábado 4 de enero de 2025

Una procesión abrió el Año Jubilar en la diócesis de Avellaneda-Lanús

  • 2 de enero, 2025
  • Avellaneda (Buenos Aires) (AICA)
La celebración fue presidida por el obispo Marcelo Margni, quien aseguró que "desde nuestra fe, somos llamados a ser signos de comunión y esperanza".
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En una jornada marcada por la fe y la esperanza, la comunidad diocesana de Avellaneda-Lanús se congregó el domingo 29 de diciembre para la apertura del Año Santo 2025, en coincidencia con la fiesta litúrgica de la Sagrada Familia. 

La ceremonia fue presidida por el obispo diocesano, monseñor Marcelo Margni, quien inició los ritos propios de la celebración en la capilla del colegio María Auxiliadora con una procesión por las calles del centro de la ciudad y culminó en la catedral Nuestra Señora de la Asunción.

La procesión estuvo encabeza por una Cruz de san Damián, que el prelado señaló como un signo fuerte de este tiempo de gracia, conversión y renovación, vinculado a las palabras que escuchó san Francisco de Asís: Reconstruye mi Iglesia'. Al llegar a las puertas de la catedral, el obispo mostró al pueblo la Cruz como signo de esperanza, y atravesó las puertas del templo, seguido por todo el pueblo de Dios. 

En la homilía, invitó a reflexionar sobre los desafíos actuales que enfrentan la familia, la Iglesia y la sociedad: "Vivimos tiempos marcados por el egoísmo, el individualismo, la fragmentación y las rivalidades, que siembran odio y división. Sin embargo, desde nuestra fe, somos llamados a ser signos de comunión y esperanza", afirmó.

El prelado destacó también la centralidad de la familia como lugar de aprendizaje y sanación, aludiendo a la Sagrada Familia de Nazaret como ejemplo de humildad y entrega. "La familia no es perfecta, como tampoco son perfectas nuestras comunidades; la familia es un taller de amor donde se forja la comunión en medio de las diferencias, donde las heridas se convierten en oportunidades de sanación y los conflictos en caminos hacia la reconciliación", dijo.

El Jubileo 2025: un llamado a la acción
El Jubileo fue presentado como una oportunidad para renovar la misión cristiana en un mundo necesitado de reconciliación. 

En este marco, monseñor Margni hizo eco de las propuestas del Papa Francisco, compartiendo un programa de acción concreto para el Año Santo, llamando a los fieles a trabajar por la paz, defender la vida, promover la reinserción de los privados de libertad, cuidar a los enfermos y ancianos, estar cerca de los jóvenes, integrar a los migrantes, defender a los más pobres y vulnerables. 

"Este Jubileo nos llama a mirar el futuro con fe y compromiso, siendo constructores de reconciliación y esperanza. Como Iglesia, debemos caminar juntos, sembrando justicia y amor en un mundo que tanto lo necesita", exhortó monseñor Margni.

También agradeció tantas iniciativas que actualmente se despliegan en la diócesis haciendo presentes estos signos de esperanza e invitó a que el Jubileo sea la oportunidad de "multiplicar estos gestos con creatividad y audacia". 

Finalmente invitó a vivir el Año Santo como una experiencia fuerte de misericordia, y con este fin, animó a favorecer en todos los modos posibles el encuentro con Dios. 

Por esa razón, pidió un esfuerzo especial de las comunidades para poder organizarse y tener los templos abiertos el mayor tiempo posible: "Sé que no es fácil, sé que nuestros barrios sufren la inseguridad, pero podemos buscar juntos caminos para hacerlo, de modo que las puertas abiertas de nuestros templos sean un signo de una Iglesia que está favoreciendo el encuentro con Dios", afirmó.

Un testimonio personal de fortaleza y gratitud
Antes de concluir, monseñor Margni agradeció a la comunidad por las oraciones elevadas durante su reciente problema de salud. "Desde el 10 de diciembre padecí una hernia lumbar que me paralizó por varios días, pero la gracia de Dios y su compañía me permitieron estar aquí hoy, iniciando juntos este Año Santo", expresó con emoción.

Un mensaje de unidad y compromiso
La celebración, acompañada por cantos y oraciones, concluyó con un llamado a los fieles a renovar su compromiso con sus familias y la comunidad diocesana, destacando que, tanto en el ámbito familiar como en el eclesial, "Dios no nos llama a idealizar, sino a construir espacios donde aprendamos a amar y transformar las dificultades en signos de esperanza".+