Viernes 29 de marzo de 2024

Una religiosa de 84 años fue asesinada en un ataque a una misión en Mozambique

  • 7 de septiembre, 2022
  • Maputo (Mozambique) (AICA)
Los terroristas asaltaron este martes la casa de las Hermanas Combonianas en la misión de Chipene. Dos sacerdotes y dos religiosas con un grupo de niñas, lograron huir.
Doná a AICA.org

Una religiosa comboniana murió en el asalto a la misión de Chipene en la provincia de Nampula, en el norte de Mozambique, que tuvo lugar en la noche del 6 de septiembre. Era la hermana italiana María De Coppi, una religiosa comboniana de 84 años originaria de Santa Lucía de Piave. La hemana estaba en Mozambique desde 1963.

Los terroristas destruyeron e incendiaron la iglesia, la casa de las hermanas, el hospital y las máquinas de la misión. "Las otras dos hermanas de la comunidad, Eleonora Reboldi, italiana, y la española Ángeles López Hernández lograron escapar y esconderse en el bosque, junto con un grupo de niñas", explicó la secretaria general de las combonianas en Italia, Enza Carini.

Por el momento, solo permanecen en el lugar de los hechos dos hermanas, aunque están tratando de evacuarlas lo antes posible ante el riesgo que corren con la ayuda de los Misioneros Combonianos y la Unidad de Crisis de la Farnesina.

El arzobispo de Nampula, monseñor Inacio Saure, dijo sobre la identidad de los autores del atentado que no estaban seguros de que fueran terroristas islámicos, "aunque es muy probable que fueran los que atacaron la misión”.

Otros dos misioneros italianos implicados en el ataque, el padre Loris Vignandel, de 45 años y el padre Lorenzo Barro lograron salvarse, como las otras dos religiosas que vivían en esta misión, informaron desde los Combonianos de Pordenone (en Italia).

La provincia de Nampula, junto con Cabo Delgado, es víctima de la inestabilidad provocada por la presencia de grupos terroristas vinculados al Estado Islámico. Mientras que Cabo Delgado fue el centro de operaciones de soldados de Ruanda y otras naciones que fueron a apoyar a los soldados mozambiqueños, la provincia de Nampula vio un resurgimiento de los ataques yihadistas en los últimos meses. 

“En realidad -dijo monseñor Saure- los grupos yihadistas siguen operando en Cabo Delgado, pero en nuestra provincia los atentados obligaron a la población a huir. No sabemos cuántas personas buscaron refugio en el bosque. Es un drama terrible y todavía difícil de cuantificar”.

Maria De Coppi, sesenta años de servicio en Mozambique
La hermana María De Coppi nació en 1939 en Santa Lucia di Piave. Desde hacía 59 años se encontraba como misionera en Mozambique, país al que llegó por primera vez en 1963 después de un viaje de un mes en barco.

La propia hermana De Coppi, en una entrevista, relataba cómo fue su llegada al estado africano y las dificultades del país para salir adelante: "En ese momento, Mozambique era una colonia portuguesa: después de obtener la independencia, fue atravesada por una guerra civil insoportable. La hermana María había adquirido la ciudadanía mozambiqueña y ahora se sentía parte de esa tierra y de esa gente "entre la que viví mi vida". 

La religiosa asesinada había servido en varias misiones en la provincia de Nampula. “Los dos últimos años fueron muy duros. En el norte del país hay una guerra por los campos de gas y la gente sufre y huye: en mi parroquia hay 400 familias que vienen de la zona de guerra. Luego vino el ciclón. Finalmente, el año pasado la sequía duró mucho tiempo. Hoy en Nampula hay pobreza extrema”, contaba la religiosa en la entrevista.

Pese a las dificultades, De Coppi expresaba la capacidad de la población para sobreponerse y no perder la esperanza: “A pesar de la pobreza material, escuchar a los demás sigue siendo un gran don, es reconocer su dignidad”.

De sus casi seis décadas en Mozambique, la religiosa nunca olvidó una fecha: el 4 de octubre de 1992, cuando el día de la fiesta de San Francisco se firmó el acuerdo de paz que puso fin a 17 años de guerra civil con cientos de miles de muertes y millones de desplazados a los países vecinos.

“Estaba en una misión y vino un catequista y nos avisó que venía un grupo de guerrilleros ReNaMo, pero nos dijo que no nos fuéramos porque se había firmado el acuerdo de paz. Con nosotros también habían soldados. Nos asustamos porque temíamos la violencia habitual. En cambio, los guerrilleros vinieron a nosotros y a los militares y repitieron 'Paz, paz'. Un militar compró productos típicos y se los ofreció a los guerrilleros. Todos bailaban y yo me preguntaba si era realidad o un sueño, porque hasta el día anterior los guerrilleros secuestraban y mataban. Fue un momento que me conmovió profundamente. Sentí la presencia de Dios, como la siento en las fiestas, en los bailes, en las bodas, en fin, cuando hay una gran alegría”, manifestó.+