Sábado 7 de septiembre de 2024

Sugerencias de Mons. García Cuerva frente al cansancio, el agobio y el hartazgo

  • 24 de julio, 2024
  • Buenos Aires (AICA)
Frente a esas situaciones, el arzobispo porteño propuso buscar a Dios: "Dale un tiempito a la oración personal, entrá a alguna iglesia de la Ciudad, y sentate un rato y miralo a Jesús en la cruz".
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El arzobispo de Buenos Aires, monseñor Jorge García Cuerva reflexionó sobre el cansancio y, particularmente, sobre el agobio, al que definió como un cansancio ligado a las preocupaciones, a la ansiedad y a la tristeza que "aprisiona el alma, aprisiona el pecho".

"Este segundo cansancio, el del agobio, no se cura durmiendo, porque uno puede dormir muchas horas, pero el agobio, que es ese cansancio de las preocupaciones, de la ansiedad y de la tristeza, sigue en nuestra vida", aseguró en su homilía dominical.

"Quizá lo que tengamos es otro tipo de cansancio, que se llama el hartazgo. Cuando uno dice 'estoy harto', el hartazgo está ligado en general al enojo y al aburrimiento. Uno está cansado de hartazgo. Está harto. Y eso tiene que ver con que estoy aburrido, con que no doy más, o tiene que ver también con el enojo y con la rutina", sostuvo.

El arzobispo porteño reconoció que también se puede tener "un cansancio espiritual, que es sentir que estoy cansado de Dios", y explicó: "Porque no lo siento porque creo que me abandonó, y es lo que se llama comúnmente la 'acedía', un cansancio espiritual".

"Creo que es importante que cada uno pueda decir: ¿Cuál es el cansancio que yo tengo?", propuso,  e invitó, en este tiempo de receso de invierno que queda, a "escuchar todos en el corazón: 'Vení a descansar un poco'". 

"Señor, necesitamos de Vos, que podamos sentir la caricia de Dios en el corazón. Que, si lo que necesito es descansar porque tengo mucho esfuerzo físico, me pueda regalar algunas horas más de sueño. Que, si lo que tengo es mucho agobio, por ansiedad y por preocupaciones, que pueda buscar con quien hablarlo", subrayó.

Monseñor García Cuerva consideró importante "poder contarle a Jesús, en mi oración personal, todo lo que me pasa. Pero también poder contárselo a otro, para que me ayude a sobrellevar la carga de este segundo cansancio del agobio". 

"Si lo que estoy es harto, porque estoy enojado, que también busque la oración para poder compartirle a Jesús mis enojos, porque cuando uno está enojado y no lo habla con nadie, es como un olla a presión, y después explotamos mal y, a veces, terminamos enojándonos con quien no corresponde o con quien no tiene la culpa", agregó.

Al referirse a quienes sienten que Dios los dejó y sienten ese cansancio del abandono de Dios, el arzobispo propuso: "Por favor, buscalo, dale un tiempito a la oración personal, entrá a alguna iglesia de la Ciudad, y sentate un rato y miralo a Jesús en la cruz, que desde la cruz te dice cuánto te ama".

Monseñor García Cuerva terminó citando una reflexión que se llama El laberinto de la desolación, y dice: "Hay momentos en que no podés más, el mundo se te cae encima, te faltan las palabras o te sobran. La confianza se resquebraja, tus planes no salen o ni siquiera hacés planes, porque se han acabado los motivos. Hay momentos en que la fe tiene todo de duda y nada de certeza, son días de bruma, días nublados. Querés rendirte, te preguntás: ¿Dónde extraviaste el camino? ¿Dónde dejaste de ver señales? ¿Por qué hemos terminado a oscuras?. El laberinto de la desolación es de los más duros, porque cuando estás así no encontrás salida, y ahí hay una trampa, porque en ocasiones la salida está muy lejos, no podés forzar los pasos, ni buscar atajos atravesando muros. Tenés que aceptar la búsqueda más lenta de un camino, aprender a resistir descubriendo que sos más fuerte de lo que pensás. Ahí está la clave, en aceptar. La salida del laberinto de la desolación tiene muchos nombres. Resistencia en aquello de lo que estás convencido, paciencia aprendiendo a ser dueño del tiempo, lucidez para descifrar motivos y ver si hay que hacer cambios, y confianza en uno mismo, más fuerte de lo que pensás. En los otros, para compartir con ellos todo lo que cargamos, y en Dios que, hasta cuando calla, está".+