Jueves 21 de noviembre de 2024

San Francisco vivió su fiesta patronal en honor a la Virgen de Fátima

  • 17 de mayo, 2024
  • San Francisco (Córdoba) (AICA)
Congregada en una gran celebración litúrgica, la comunidad diocesana honró a María con gozo y alegría. Unida al obispo y a los sacerdotes, renovó así su consagración a su Madre y Patrona.
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Con el lema “María, signo de una Iglesia orante y en camino sinodal”, la diócesis de San Francisco celebró la novena patronal en honor de Nuestra Señora de Fátima. El obispo diocesano, monseñor Sergio Buenanueva, ofreció a las comunidades un instrumento para animar la oración y reflexión, integrando el camino sinodal diocesano y la celebración del Año de la Oración en preparación al Jubileo 2025.

Cada día, hubo un lema motivador durante estos días en la catedral. Los fieles, unidos al rezo del Santo Rosario previamente a la misa y a las homilías, pudieron contemplar a Cristo con María, recordar a Cristo con María, comprender a Cristo desde María, rogar a Cristo con María y anunciar a Cristo con María.

Finalmente, el día 13, congregados en una gran celebración litúrgica, el pueblo Dios que peregrina en San Francisco honró a María de Fátima con gozo y alegría, con unción y emoción. Unida al obispo y a los sacerdotes, la comunidad diocesana renovó su consagración a su Madre y Patrona.

La celebración de su fiesta patronal dispone a la diócesis de San Francisco a recibir la visita pastoral del Nuncio Apostólico, monseñor Miroslaw Adamczyk, que estará en la diócesis del 17 al 19 de mayo.

Contemplando las palabras de Jesús sobre la Virgen María, “felices los que escuchan la Palabra de Dios y la practican”, el prelado señaló que “esa bienaventuranza que le sale al Señor de adentro es para nosotros, pero también alcanza a la mujer que, antes que nadie, la ha vivido a puro Evangelio”.

“Es casi como una oración. Es, realmente, una plegaria a María. Sos bienaventurada, Madre, porque has dejado crecer en vos -en tu vientre y en tu corazón- la Esperanza de Dios”, reflexionó.

Y añadió: “La has alimentado, escuchando cada día la Palabra de Dios, en el silencio de tu oración, en la contemplación amorosa de Jesús, el hijo que crecía en tu vientre purísimo y que aprendió a decir Abba, tomando esa ternura de tus labios y de tu corazón”.

Por eso, suplicó: “Enseñanos a nosotros, torpes y mundanos, a alimentar esa misma esperanza en nuestros corazones. Educanos en la escucha cotidiana de la Palabra que nos ilumina, nos hiere, moviéndonos a la conversión, y nos salva. Pero, sobre todo, enseñanos a llevarla a la vida, a vivir el Evangelio, porque solo en ese terreno concreto, por momentos árido, pero también ávido de fecundidad, puede crecer la semilla del Evangelio”.

La escucha de la Palabra, indicó, “solo culmina cuando se hace gesto, actitud, sentimiento y vida. Pero, sobre todo, cuando la comunicamos a otros, para que compartan nuestra esperanza y la alegría que trae consigo”.

“Así, alimentados por la Esperanza que es tu Hijo Jesús, nosotros alimentemos la esperanza en el corazón de nuestros hermanos”, planteó, y pidió “que nuestra Iglesia diocesana, peregrina de la Esperanza, sea también misionera de la Esperanza, que es Cristo y su Evangelio”.

Monseñor Buenanueva concluyó invitando a “que alimentemos la esperanza en el corazón de los pobres, de los que se sienten solos y desanimados, de los más alejados y pequeños. Si lo hacemos, como vos, vamos a experimentar que, en ese intercambio de esperanzas compartidas, el Dios de los pobres alimenta y robustece nuestra esperanza”.+