Viernes 29 de marzo de 2024

Policías de la ciudad participaron de la III Acampada de Cristiandad

  • 24 de octubre, 2019
  • Buenos Aires (AICA)
Participaron 39 hombres entre ellos personal policial, civil y familiares de acampados.
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El sábado 19 de octubre culminó la III Acampada de Cristiandad para el personal masculino de la Policía de la ciudad de Buenos Aires. Participaron 39 hombres entre ellos personal policial, civil y familiares de acampados.



En la parroquia San Juan Diego del barrio porteño de Villa Lugano se reunieron familiares de y miembros del Movimiento de Acampadas para escuchar el testimonio de cada participante.



Luego se celebró la misa de clausura de la Acampada de Cristiandad presidida por el capellán general de la policía, presbítero Juan Ignacio Alonso. En su homilía, el sacerdote hizo referencia a los testimonios de los presentes: “Somos testigos de lo que Dios hizo en sus corazones. Muchas veces nos ponemos una coraza para sobrellevar las dificultades de la vida y del trabajo. Pero corremos el riesgo de que esa dureza se vaya trasladando a toda nuestra vida”.



El capellán de la Policía señaló: “Cuando dejamos que Dios obre en nuestros corazones, Él pasa curando las heridas, fortaleciendo en las dificultades y llenando de paz y alegría”.



Asimismo, recomendó a los acampados seguir las tres “P”: paciencia, perseverancia y pasión, “para poder continuar compartiendo y experimentando con alegría y entusiasmo lo vivido en la acampada y para que esa llama que se encendió no se apague. Paciencia porque cuesta volver a la vida cotidiana y los cambios verdaderos llevan tiempo. Perseverancia porque todos los días hay que elegir y alimentar la vida de la fe y la vida familiar. Y Pasión para volver con un entusiasmo renovado al servicio cotidiano”.



Las Acampadas que propone el equipo de pastoral de la Policía de la ciudad de Buenos Aires son una oportunidad para encontrarse con uno mismo, con Dios y con los demás. Es un momento para fortalecer la camaradería, construir un espacio de confianza, valorar el regalo de la vida y reconocer la presencia de Dios en ella.+