Pentecostés: el Card. Rossi llama a ser 'fuegos que encienden otros fuegos'
- 10 de junio, 2025
- Córdoba (AICA)
El arzobispo de Córdoba invitó a los fieles a dejarse transformar por el Espíritu Santo y a vivir con pasión, compromiso y docilidad: "El fuego del Resucitado debe arder en cada corazón".

Durante la celebración de Pentecostés, el arzobispo de Córdoba, cardenal Ángel Rossi SJ llamó a los fieles a dejarse transformar por el Espíritu Santo, recordando que este no actúa en masa ni de manera impersonal, sino que "viene a cada corazón". La celebración tuvo lugar en la catedral cordobesa, colmada de fieles en una de las festividades más importantes del calendario litúrgico.
"Pentecostés nos propone y posibilita una nueva manera de vivir: vivir como resucitados", afirmó el arzobispo al inicio de su reflexión. Con la liturgia de Pentecostés concluye el tiempo pascual y, como signo, se apaga el cirio pascual. "Ese fuego que se encendió el Sábado Santo se apaga hoy, pero no lo echamos: ahora ese fuego debe habitar nuestro propio corazón", explicó.
Inspirado en los Hechos de los Apóstoles, el cardenal Rossi destacó la simbología del viento y del fuego, figuras centrales de Pentecostés: "El viento sopla, arrastra, sacude. A veces Dios se manifiesta como un ventarrón, otras veces como un suave soplido que nos reanima y nos cura, como hacía una abuela cuando nos soplaba la herida. El Espíritu sopla para dar vida, como en la creación".
También profundizó en la imagen del fuego, aclarando que no se trata de "una llamita decorativa", sino de "un incendio incontenible que nos lanza a vivir con pasión y entrega". Comparó este fuego con la fuerza impredecible de los incendios serranos cordobeses: "Es incontrolable, irrumpe y no es programable. Así es el Espíritu en nuestra vida".
Invitación a la docilidad
El arzobispo invitó a los presentes a la docilidad, como condición para acoger al Espíritu: "Hay que dejarse llevar como la hoja de otoño por el viento. Pentecostés es una oportunidad para permitir que el soplo de Dios quite nuestros impedimentos y nos empuje hacia los demás".
También recordó que el Espíritu Santo se reconoce por sus frutos: "Cuando sentimos el deseo de rezar, de perdonar, de consolar, de hacer el bien; eso es obra del Espíritu en nosotros".
El cardenal hizo memoria de momentos eclesiales recientes, mencionando el cónclave que eligió al papa León XIV, del cual fue partícipe: "Puedo dar testimonio de que el Espíritu Santo obra, mueve los corazones. A veces en gestos grandes, pero muchas veces en los más pequeños".
Citó a Pablo VI y al Documento de Aparecida para subrayar la necesidad de un "perenne Pentecostés" en la Iglesia: "La Iglesia necesita fuego en el corazón, palabra en los labios y profecía en los gestos. Necesita conmoverse, salir de la comodidad, del estancamiento y de la tibieza".
Hacia el final, instó a los presentes a hacerse cargo del fuego recibido, y pidió a la Virgen María, "la llena del Espíritu Santo", que nos ayude a vivir con ese impulso renovador que nos consuela, nos lanza y nos transforma.
"Hoy le decimos: Ven, Espíritu Santo. Y quizás también: Quédate con nosotros", concluyó.+