Sábado 23 de noviembre de 2024

Mons. Uriona, en Sampacho: 'Debemos convertirnos en instrumentos de consuelo y misericordia'

  • 24 de junio, 2024
  • Sampacho (Córdoba) (AICA)
El obispo de Río Cuarto presidió, el 20 de junio, la misa en honor de Nuestra Señora de la Consolata en la explanada de la recién declarada basílica menor de Sampacho.
Doná a AICA.org

En su homilía, pronunciada en Sampacho durante la misa en honor de Nuestra Señora de la Consolata, monseñor Adolfo Uriona FDP, obispo de la Villa de la Concepción del Río Cuarto, resaltó el papel de los santuarios como lugares de oración y encuentro con Dios y su Madre. "Venimos a este santuario, ahora basílica, porque es la casa de Dios, la casa de su Madre... Y venimos a rezar", expresó, enfatizando cómo esos espacios sagrados alimentan la piedad y despiertan la esperanza de los fieles.

El obispo reflexionó sobre el significado del título de "Consolata", vinculándolo con la misión salvadora de Cristo y las bienaventuranzas. Citando al Papa Francisco, monseñor Uriona describió a María como "la Madre de la Consolación, porque permanece con quien está solo o sufriendo", subrayando su cuidado especial por los más vulnerables.

En el contexto de las dificultades actuales, monseñor Uriona abordó el tema del consuelo divino: "Los que se afligen por sus pecados y por los de los demás, los que sufren a causa de los innumerables males de nuestra sociedad: la pobreza, la corrupción, la inmoralidad política, la injusticia social, el flagelo del narcotráfico, serán consolados".

A su vez, instó a los fieles a contemplar con fe el rostro de María, como fuente de consolación en medio de las tribulaciones.

Aprovechando el marco del Año Jubilar diocesano, exhortó a los presentes a seguir el ejemplo de María y a convertirse en "instrumentos de consuelo y misericordia". Enumeró diversas formas de practicar la misericordia, desde socorrer al hambriento hasta perdonar a quienes nos ofenden, invitando a los fieles a ser "ángeles" y mensajeros de consuelo para quienes sufren.

El obispo concluyó su homilía pidiendo a la Virgen de la Consolata la gracia de ser instrumentos de la misericordia divina, ejerciendo la compasión con todos los que sufren, ya sea en cuerpo o en espíritu.+