Jueves 21 de noviembre de 2024

Mons. Olivera llamó a acudir a la Virgen con confianza

  • 13 de diciembre, 2021
  • Buenos Aires (AICA)
El obispo castrense, monseñor Santiago Olivera, presidió el viernes 10 de diciembre una misa en honor de Nuestra Señora de Loreto, patrona de la Fuerza Aérea Argentina (FAA).
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En la solemnidad de Nuestra Señora de Loreto, patrona de la Fuerza Aérea Argentina (FAA), el obispo castrense, monseñor Santiago Olivera, presidió el viernes 10 de diciembre una misa en la catedral castrense Stella Maris.

Allí asistió, en representación del Jefe del Estado Mayor de la FAA, el Inspector General de la FAA, brigadier mayor Sergio Larsen; junto con efectivos de la FAA, efectivos de Aviación del Ejército Argentino, de Aviación Naval (Armada Argentina), Aviación de la Gendarmería y Aviación de Prefectura Naval.

Concelebraron la Eucaristía el capellán mayor de la Fuerza Aérea, presbítero César Tauro; el capellán mayor de la Policía de Seguridad Aeroportuaria, presbítero Rubén Bonacina, y los capellanes Sergio Fochesato, Luis Iole, Daniel Domínguez, Federico Villalba, Mario Calvani, Néstor Morón, Javier Oliva y Fernando Papa.

"Celebrar la fiesta de nuestra patrona nos llena de mucha alegría, porque las distintas advocaciones de María son una manifestación de la cercanía de la Madre”, expresó el prelado en su homilía. "María se tomó muy en serio el ser la Madre de Dios y madre de nosotros, los hijos de Dios. Porque recordamos el testamento de Jesús, que al pie de su Cruz expresaba: 'Aquí tienes a tus hijos; aquí tienes a tu Madre', en esta realidad lo vivimos”.

"A nuestra Madre la veneramos, le hacemos fiesta, le reconocemos su protección, nos ponemos bajo su manto y por lo tanto la celebramos, la veneramos públicamente, la manifestamos dándole gracias, no la escondemos", afirmó monseñor Olivera. "Le damos gracias por estar a lo largo de la historia presente en las distintas advocaciones que en todo el mundo nos manifiesta, justamente un amor particular y un amor maternal”.

El obispo compartió luego una experiencia personal: "Tuve la gracia de visitar el santuario de Loreto, en Italia. Estábamos en el tiempo que pedíamos la gracia del milagro del actual Santo Cura Brochero, ya era beato y faltaba que se concreten los pasos del milagro para que fuera proclamado santo. El Cura Brochero estudió en el seminario de Córdoba, que está bajo la protección de la Virgen de Loreto, y en el santuario, donde se conserva la Santa Casa, la casa de María y José, la casa donde se manifestó la Encarnación del Hijo de Dios, le pedí confiado a la Virgen que se destrabasen algunas cosas".

"Le dije entonces a María, por favor danos esta gracia que se destrabe, que era justamente la respuesta que debía dar un perito sobre el supuesto milagro que lo llevó a Brochero a la canonización".

"Le confié con la certeza de que María nos iba a escuchar, entonces al salir de la Casa Santa -quien la conoce, es una casa muy chiquita, que se encuentra en el templo- y al salir por su puerta, sonó mi teléfono, era justamente aquel perito, quien manifestaba que estaba todo concluido para que la causa inmediatamente continúe. La verdad que la experiencia de María, que yo sé que escucha y acompaña, fue para mí fundamental, siendo motivo de mucho gozo y le adjudico a la Virgen de Loreto la gracia de la santidad”.

En ese sentido, insistió: "Con confianza debemos acudir a la Madre de Dios, para todas nuestras necesidades, para nuestras alegrías compartirlas, y para nuestras penas pedirle que nos acompañe como Ella sabe hacerlo, pero quiere de sus hijos, que se lo presenten, que se lo confíen y que lo pongamos bajo su manto. Celebrar a la Virgen en este tiempo del Adviento, también nos pone en sintonía con la preparación para celebrar una Santa Navidad, para que no sea una Navidad más, sino una nueva Navidad”, aseguró.

Hacia el final, el obispo afirmó: "El Adviento que nos prepara no es un tiempo común, es un tiempo distinto, hoy la casa de Nazaret puede ser nuestro propio corazón, nuestra propia vida. La Navidad es celebrar a Jesús", y rezó para que, como María, con valentía digamos, "hágase en mí según tu palabr", y no temer a cumplir el proyecto de Dios en nuestras propias vidas.+