Mons. Ojea: 'La hospitalidad es una parte fundamental de la caridad'
- 27 de agosto, 2025
- San Isidro (Buenos Aires) (AICA)
"Pidámosle a la Virgen que nos ayude a achicarnos nosotros para que la puerta sea una puerta por la que podamos pasar todos", sugirió el obispo emérito de San Isidro.
Monseñor Oscar Ojea, obispo emérito de San Isidro, reflexionó sobre el pasaje evangélico en el que Jesús invita a entrar por la "puerta estrecha", y subrayó que esa enseñanza remite al núcleo de la salvación.
"Jesús no contesta la pregunta que le hacen, ¿serán pocos los que se salvan? Y va al fondo de la cuestión de la salvación", señaló el prelado.
"La ley del amor, del amor a Dios y del amor al prójimo, que es la ley de Jesús, la ley del Evangelio, es dificilísima de cumplir; es tremendamente exigente, mucho más exigente que la ley judía. El amor lo exige todo, pero desde adentro, desde el corazón", puntualizó.
El obispo emérito explicó que la puerta estrecha es exigente y, muchas veces, conlleva la cruz y el sufrimiento. "Hay tanto sufrimiento en el mundo en que estamos viviendo. Una familia a quien le costaba muchísimo conseguir trabajo, consigue trabajo y al poco tiempo, hace tres días, se inunda la casa. Me llaman y me entero de este desastre, una tras otra, y sin embargo, no pierden la esperanza. Es esa fe la que hace que yo pueda seguir caminando por la puerta estrecha", compartió.
Esta puerta no se atraviesa en soledad
Monseñor Ojea destacó que esta puerta no se atraviesa en soledad: "También tiene que ver con hacer lugar a otros. No entro solo, entro con otros. Por eso el hacer lugar significa renunciar a tantas cosas de mí mismo".
"La hospitalidad es una parte fundamental de la caridad. Así lo sabían los primeros cristianos que abrían sus casas y sus corazones a los paganos para que pudieran participar todos de una misma fe", subrayó.
Y agregó que la puerta estrecha "no está cerrada, a la que todos podemos entrar, aunque es exigente por la humildad. Es necesario el conocimiento humilde de uno mismo, de nuestras debilidades y fragilidades, para no tener un corazón de hierro con los demás y de carne solo con nosotros mismos".
El prelado recordó un verso de Miguel de Unamuno para ilustrar el valor de la humildad: "Agranda la puerta, padre, porque no puedo pasar. La hiciste para los niños. Yo he crecido a mi pesar. Si no me agrandas la puerta, achícame por piedad. y vuélveme a la edad aquella en que vivir es soñar".
"Este verso que ilustra la infancia espiritual nos recuerda que tenemos que hacer ese esfuerzo interior en la vida cristiana, para que, poniéndonos como niños en las manos del Padre, llenos de confianza, podamos atravesar esa puerta", afirmó.
Finalmente, pidió a la Virgen María, "puerta del cielo", que ayude a los fieles a crecer en humildad: "Pidámosle a la Virgen que nos ayude a achicarnos nosotros para que la puerta sea una puerta por la que podamos pasar todos".+