Mons. Ojea: 'El amor transfigura, el amor cambia lo exterior y lo interior'
- 18 de marzo, 2025
- San Isidro (Buenos Aires) (AICA)
En su reflexión para el segundo domingo de Cuaresma, el obispo emérito de San Isidro animó a "contemplar la gloria del rostro de Jesús, que es el final del itinerario Pascual".
El obispo emérito de San Isidro, monseñor Oscar Ojea, compartió su reflexión para el segundo domingo del tiempo de Cuaresma.
A la luz de la narrativa bíblica de la Transfiguración de Jesús, se refirió a dos aspectos: "El primero -dijo- es la necesidad que tiene Jesús, en su corazón de amigo, de consolar a los apóstoles; los ha visto tristes, desconcertados, por el anuncio de su pasión. Él está decidido a cumplir la voluntad del Padre, los ve tristes, y entonces, con sus más íntimos, inicia esta subida al monte Tabor y allí se transfigura en su presencia, es decir, Jesús les muestra como el final del itinerario pascual".
"En el fondo, les está diciendo: 'Todo conduce hacia esta gloria', y la gloria incluye también la conversación sobre la partida de Jesús, sobre la necesidad de que Jesús parta hacia el Padre. Es primero este modo de consolar por parte del amor de Jesús; el amor transfigura, el amor cambia lo exterior y lo interior".
Como segundo aspecto, el prelado resaltó que, en la Transfiguración, "Jesús es tan franco con los apóstoles: no les niega la verdad, no les niega que va a morir, no les niega que va a tener, no un mesianismo temporal y triunfalista, sino que va a morir en la cruz; entonces, los apóstoles prefieren no preguntar mucho. Prefieren escamotear el tema, y esta actitud es una actitud negativa. Cuando nosotros somos sinceros, cuando nosotros no escondemos nada debajo de la mesa, todo eso se transparenta, nos vuelve transparentes".
"Decimos eso cuando vemos que un chiquito dice la verdad. Es verdadero, es auténtico; decimos que es transparente. Y, lo que pasa con Jesús, es que Él es la Verdad; dice la verdad y no quiere ocultarles nada a sus amigos, entonces se transfigura", expresó.
Monseñor Ojea aseguró también que la gloria "tiene que ver con esa sinceridad, con esa autenticidad del Señor Jesús que asume su naturaleza humana, pero que, al mismo tiempo, lo veíamos cuando resiste las tentaciones del demonio el domingo pasado, cuando al mismo tiempo cumple la voluntad del Padre; y ese deseo de vivir la voluntad del Padre y llevar su amor hasta la cruz, es lo que lo transfigura con una luz inexplicable".
Sobre el final de sus palabras, animó a pedirle al Señor, "como dice esa magnífica oración de la colecta de hoy, poder escuchar su Palabra; rumiarla para que, edificando nuestra mirada interior, esa capacidad de mirar la realidad y de no evadirla como hacían los apóstoles, de no escamotear aquellos temas que realmente son humanos y son trascendentes, son evangélicos y son de Dios al mismo tiempo, limpiando nuestra mirada interior, podamos contemplar la gloria del rostro de Jesús, que es el final del itinerario Pascual".+