Miércoles 1 de mayo de 2024

Mons. Mestre pidió "escuchar siempre la voz del Buen Pastor"

  • 11 de mayo, 2022
  • Mar del Plata (Buenos Aires) (AICA)
En el cuarto domingo de Pascua, el obispo de Mar del Plata reflexionó sobre la importancia de escuchar y pastorear al estilo de Jesús.
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En el marco del domingo del Buen Pastor y de la Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones, el obispo de Mar del Plata, monseñor Gabriel Antonio Mestre, reflexionó en tres puntitos sobre tres conceptos que emergen como testimonio de una parte del capítulo 10 del Evangelio según San Juan, que habla de Jesús como el Buen Pastor.

Escuchar: concentración y discernimiento
En esta primera palabra, monseñor Gabriel Mestre explicó que el verbo escuchar es mucho más que oír. “La escucha tiene una importancia central en la fe del Pueblo de la Primera Alianza donde es invitado a escuchar la voz del Señor, y el Evangelio de hoy se sitúa en esta línea y nos invita a escuchar la voz del Buen Pastor”, reflexionó el obispo, quien remarcó que “para la verdadera escucha, se reclaman de nosotros dos actitudes: concentración y discernimiento”.

La concentración significa “superar toda disipación, aturdimiento y perturbación. No dejarnos ganar por la tentación de solo oír cuando en realidad debemos escuchar: a nosotros mismos, al hermano y, sobre todo, al mismo Dios”, explicó el obispo de Mar del Plata, al tiempo que indicó que el discernimiento, “en el concierto de las tantas voces que escuchamos a lo largo del mes, la semana, e incluso en un mismo día, significa escuchar la voz del Buen Pastor, no confundirnos y discernir entre las muchas voces exteriores e interiores, la voz del Único Pastor, la voz que sana, que salva, que libera, que da vida en abundancia”.

En ese sentido, instó a preguntarnos: "¿Sé escuchar mi interioridad, a los hermanos, sé escuchar al mismo Dios; o intento concentrarme ante tantas cosas que me pueden disipar?”. “En las múltiples voces que resuenan en mi cabeza y mi corazón: ¿Busco discernir cuál es la voz del Buen Pastor?. En las circunstancias complejas y de difícil decisión: ¿Hago discernimiento de las voces interiores para despejar y quedarme con la voz de Dios que resuena en mi interior?”, reflexionó el obispo.

Seguir al Pastor que nos da vida eterna
Respecto a la segunda palabra, monseñor Mestre explicó por qué Jesús es el Buen Pastor: “La respuesta es clara: nos da vida eterna, lo que implica nunca ser arrebatados de sus manos y no perecer jamás. Por eso realmente vale la pena seguirlo, porque es el único que puede darnos vida, vida eterna”, remarcó.

Además, el obispo de Mar del Plata subrayó que “el seguimiento de Cristo es el elemento esencial de la vocación cristiana. ¡Seguirlo a Él y solo a Él! El Señor no solo cuida a sus ovejas como un pastor humano que las defiende de los males físicos o temporales; Jesús como Buen Pastor da la vida plena, la vida con mayúsculas. Es el único que puede saciar en plenitud nuestros anhelos más profundos”.

Sobre este punto, el prelado invitó a meditar “cómo está hoy mi camino de seguimiento del Señor; ¿busco seguirlo como buen discípulo dejando que sea mi Buen Pastor resucitado en las vicisitudes de mi vida cotidiana o permito que sea el que da sentido a mi existencia?”. Y pidió “¡Que siempre seamos discípulos auténticos siguiendo a Jesús, el Buen Pastor!”. 

Pastorear al estilo de Jesús
Finalmente, sobre el último de los tres puntitos, monseñor Mestre recordó que durante el cuarto domingo de Pascua “rezamos especialmente por los ministros ordenados como pastores a imagen de Jesús”. 

Sin embargo, señaló que “la vida pastoral no se reduce solo a ellos porque el laico es también pastor según su propia vocación en su servicio en los distintos ministerios en la Iglesia y en su entrega en la familia, el ambiente y el mundo”. “Todos somos pastores. Todos, según nuestra vocación específica y en cada etapa de nuestra historia, tenemos que ser pastores al estilo de Jesús”, remarcó Mestre, quien aseguró que ese estilo es fundamentalmente lo que “hacer escuchar la voz del Buen Pastor a nuestros hermanos y estimularlos para que lo sigan. Es estimular la escucha y el seguimiento del Señor para que todos tengan vida en su nombre”.+