Mons. Martínez ordenó un sacerdote de la congregación del Verbo Divino
- 2 de febrero, 2022
- Posadas (Misiones) (AICA)
El obispo de Posadas, monseñor Juan Rubén Martínez, ordenó sacerdote al diácono verbita Delfor Nerenberg, en una misa que tuvo lugar el 29 de enero en la parroquia Cristo Redentor, de Jardín América.
El sábado 29 de enero el obispo de Posadas, monseñor Juan Rubén Martínez, ordenó sacerdote al diácono Delfor Nerenberg, de la Sociedad del Verbo Divino (SVD), en una misa que presidió en la parroquia Cristo Redentor, de Jardín América, y concelebrada por sacerdotes verbitas.
En la homilía, monseñor Martínez destacó la importancia de saberse llamado por Dios, no por méritos humanos sino exclusivamente por el amor de Dios. Reflexionando sobre la primera lectura del profeta Jeremías, dijo que el sacerdocio no se da en la comodidad sino en salir al encuentro de los demás en toda realidad. El obispo agradeció el "sí" de Delfor y de su familia que lo acompaña.
El rito de la ordenación comenzó con el diálogo entre el prelado y el diácono, y le siguió la invocación de los santos. Tras la imposición de manos del obispo y de los sacerdotes, se rezó la plegaria consecratoria. Finalmente, el joven fue revestido al modo sacerdotal, sus manos fueron ungidas con el santo crisma y recibió la ofrenda del pan y del vino.
Al concluir la ceremonia, el flamante padre Delfor agradeció a Dios y a su familia: "Dios Trino es la razón por la cual, con la cual y en la cual deseo desarrollar mi vida religiosa y ministerial. Agradezco a mis padres cuna de mi cristianismo y piedad religiosa. Sin tu anillo, papá; sin tu anillo, mamá, hoy no sería sacerdote ni esta misa sería misa, ni esta Palabra de Cristo en mi palabra, sería versión humana de la verdad divina".
"Gracias, por esas manos enlazadas, y por la fuerza de tu dedo, papá; y por la suave entrega de toda tu confiada ternura, mamá. Entre sus dedos, en el cálido espacio de vuestro amor corporal y espiritual, aprendí a encontrar el Camino, a conocer la Verdad, a celebrar la Vida. Agradezco a mi abuela. También agradezco a mi hermanos, tíos y primos que siempre han sido compañía y aliento para la vida".
Por último agradeció a la comunidad de Cristo Redentor, a sus hermanos religiosos, al Obispo, a los seminaristas, a las religiosas y a todos los presentes. "El mejor lugar en el mundo será siempre aquel en el que Dios me quiera".+