Sábado 6 de julio de 2024

Mons. Liébana anima a ser una Iglesia orante, fraterna y misionera

  • 17 de mayo, 2024
  • Chascomús (Buenos Aires) (AICA)
En su primera carta pastoral, el obispo de Chascomús invita a la alegría y a la esperanza, para seguir poniendo capacidades, dones y talentos al servicio del anuncio del Evangelio en las comunidades.
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El nuevo obispo de Chascomús, monseñor Juan Ignacio Liébana, tituló “¡Que nada apague nuestra alegría misionera!” su primera carta pastoral a la comunidad diocesana, difundida a poco más de dos meses y medio del inicio de su misión episcopal en esta jurisdicción.

“En el marco de este año dedicado a la oración, con el lema: 'Señor, enséñanos a orar', caminando hacia el jubileo del 2025, que tiene por tema ‘Peregrinos de la esperanza’, nos vamos preparando a la celebración gozosa de los 50 años de nuestra diócesis de Chascomús, en el 2030”, contextualiza en la misiva, que se leerá en todos los templos diocesanos este domingo, solemnidad de Pentecostés.

El prelado anima a celebrar juntos la presencia de Dios en lo cotidiano y a hacerlo desde la alegría, que “es expansiva, contagiosa, comunicativa”. 

Tras diferenciarla de la tristeza, que “aplasta, desanima, tira para abajo”, el prelado expresa su deseo de “celebrar la vida de fe de nuestras comunidades, la entrega oculta y generosa de tantos hermanos que, en un clima muchas veces adverso, indiferente, o desesperanzador, continúan en la audaz siembra de la Palabra con ardor y entusiasmo”.

“La alegría es revolucionaria, va contra corriente de un mundo gris y cansado. La alegría es signo de Evangelio y es de por sí misionera”, sostiene.

“Escucharnos, valorarnos y celebrar, tanto en el seno de cada comunidad parroquial como en el gran entramado diocesano, es un paso necesario y fundamental”, considera en otro punto de la carta.

Monseñor Liébana anima a “soñar en grande, que nadie ponga techo a nuestros sueños de ser una Iglesia cercana, compasiva y tierna, dispuesta a ir hasta los últimos rincones de nuestro suelo (incluso la Amazonia peruana), para gritar el Evangelio con nuestra vida”.

Invita también a encontrarse en pequeños grupos y comunidades para que, en este camino sinodal (de caminar juntos) que la Iglesia propone, puedan “compartir y conversar, escuchándonos y dejándonos enriquecer por la novedad del Espíritu, que actúa en todos y en cada uno”. También deja sugerencias para el diálogo y la conversión espiritual.

“Que en este Pentecostés, el Espíritu Santo nos reanime en la alegría y la esperanza, para seguir soñando en grande, para seguir poniendo nuestras capacidades, dones y talentos al servicio del anuncio del Evangelio en nuestras comunidades. ¡No dejemos que nada ni nadie nos robe la alegría y la esperanza! Que la Virgen de la Merced nos anime en este deseo de ser una Iglesia orante, fraterna y misionera”, concluye.+

» Texto completo de la carta pastoral