Miércoles 30 de octubre de 2024

Mons. Castagna: 'Es preciso recuperar el valor original de la Pascua'

  • 5 de abril, 2023
  • Corrientes (AICA)
En sus sugerencias para la homilía del domingo, el arzobispo emérito de Corrientes dijo que la Pascua es una celebración religiosa, "no reductible a festividades ajenas a ella".
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El arzobispo emérito de Corrientes, monseñor Domingo Salvador Castagna, compartió algunas sugerencias para la homilía del domingo de Pascua, y se refirió a que esta fiesta “es una celebración religiosa, no reductible a festividades ajenas a ella, organizadas por el mundo, con ocasión del tiempo libre ofrecido por la Semana Santa. Su influjo en las culturas originales es innegable”. 

Asimismo, el prelado señaló que la Pascua de Resurrección “crea una nueva forma de hacer la historia. Los santos, y quienes se aproximan a ellos, son testigos del valor pascual de la vida humana. Es preciso recuperar su valor original y así disipar las espesas sombras que hoy se le oponen”. 

Texto completo de las sugerencias
1.Vieron y creyeron. El sepulcro abierto y vacío, con los lienzos que amortajaron el Cuerpo exánime de Jesús, allí abandonados, constituyen para Pedro y Juan signos claros de la Resurrección. El mismo Juan lo expresa con muy pocas palabras: “Luego entró el otro discípulo, que había llegado antes al sepulcro: él también vió y creyó”. (Juan 20, 8) Ciertamente hoy es el día más importante del año litúrgico. Celebramos el triunfo de la vida sobre la muerte, de la gracia sobre el pecado. La Iglesia, en nombre de toda la humanidad, entona el aleluya con ocasión de la Resurrección de Cristo. Es Dios mismo quien ofrece al mundo la salvación. Durante la Semana Santa observamos, compungidos y casi horrorizados, la sangrienta gesta redentora. Pero, nos enternece comprobar que la Cruz es el supremo signo del amor de Dios por la humanidad. Hasta ese extremo somos amados por Dios, cuyo rostro visible es el de Cristo: “Antes de la fiesta de Pascua, sabiendo Jesús que había llegado la hora de pasar de este mundo al Padre, él, que había amado a los suyos que quedaban en el mundo, los amó hasta el fin” (Juan 13, 1).

2. La locura de la predicación. Sería oportuno examinar a quienes componen aquel grupo de fieles, encabezado por Pedro y Juan. María Magdalena está angustiada por la desaparición del cadáver de Jesús y, sin advertirlo, desempeña una misión apostólica irreemplazable en favor de los mismos Apóstoles. Gracias a ella aquellos principales discípulos comprueban, por la fe, que Cristo ha resucitado. Pedro y Juan comunicarán -a los demás Apóstoles- su extraordinaria experiencia de fe. Descendamos a nuestra realidad y comuniquemos la Buena Noticia a un mundo necesitado, y tan desinformado del acontecimiento de gracia. Es la ocasión de renovar la evangelización. No existe otra alternativa, para el desorden generalizado, que la presentación, mediante la predicación, de Jesucristo resucitado: “En efecto, ya que el mundo, con su sabiduría, no reconoció a Dios en las obras que manifiestan su sabiduría, Dios quiso salvar a los que creen por la locura de la predicación” (1 Corintios 1, 21). Es preciso dar, al método de aquella primitiva evangelización, una debida actualización. Para ello contamos con un contenido doctrinal, ricamente formulado en el Catecismo de la Iglesia Católica, por el ministerio de excelentes y santos transmisores.

3. Cristo ha resucitado. La Pascua es una celebración religiosa, no reductible a festividades ajenas a ella, organizadas por el mundo, con ocasión del tiempo libre ofrecido por la Semana Santa. Su influjo en las culturas originales es innegable. La Pascua de Resurrección crea una nueva forma de hacer la historia. Los santos, y quienes se aproximan a ellos, son testigos del valor pascual de la vida humana. Es preciso recuperar su valor original y así disipar las espesas sombras que hoy se le oponen. Estará a cargo de la Iglesia, de su aportación de la Palabra y de los sacramentos. Las celebraciones litúrgicas, que hoy culminan, mantuvieron su epicentro en Cristo. La Eucaristía es Cristo; cuando la Iglesia la celebra, hace presente el Cuerpo, Sangre, alma y divinidad del Señor.  Así suscita la fe y la renueva en quienes la mantienen apagada. Pedro y Juan hacen la experiencia de ver y creer. De esa manera, cada cual, desempeñando su propio rol, proclama la Palabra que despierta la fe. Momentos fundacionales aquellos, capaces de marcar la historia de una Iglesia, entonces en pañales, que hoy llega a su edad madura.

4. Preferencia de Cristo por los pecadores. María Magdalena está desconsolada, creyendo a Jesús muerto y su cadáver robado. El amor de esa mujer a la persona de Jesús ha experimentado una asombrosa purificación. Sus lágrimas son purísimas, su conversión ha sido sincera desde el primer encuentro con Jesús. Constituye una imagen ejemplar para el mundo contemporáneo. Que Cristo se presente en la vida de los hombres, como se presentó en la vida de María Magdalena, expresando su preferencia por los pecadores, al ofrecerles la misericordia y el perdón. Ardua misión, la que la Iglesia ha recibido de su Maestro y Señor. El mundo actual se presenta como una oveja perdida. Jesús, por su Iglesia, va en su búsqueda, que no cesará hasta recuperarla.+