Martes 19 de marzo de 2024

Mons. Aguer celebró sus 80 años en un templo porteño

  • 29 de mayo, 2023
  • Buenos Aires (AICA)
El arzobispo emérito de La Plata dio gracias a Dios por su cumpleaños en la parroquia Santa María Goretti, del barrio de Mataderos, donde se formó desde niño y donde pidió ser enterrado.
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El arzobispo emérito de La Plata, Mons. Héctor Aguer, celebró la misa en acción de gracias por sus 80 años en la parroquia Santa María Goretti, del barrio porteño de Mataderos, donde nació el 24 de mayo, día de María Auxilio de los Cristianos.

La Eucaristía fue concelebrada por el obispo emérito de Mar del Plata, monseñor Antonio Marino, quien fue obispo auxiliar platense entre 2003 y 2011; monseñor Rodolfo O' Neill, exvicario general de la arquidiócesis de La Plata; monseñor Antonio Aloisio, capellán de la Policía Federal Argentina y párroco emérito de Santa Julia, en el barrio porteño de Caballito; el presbítero Martín Bustamante, párroco de Santa María Goretti, y el presbítero Christian Viña, exdirector de Prensa de la arquidiócesis de La Plata, quien leyó el Evangelio.

Monseñor Aguer agradeció a los presentes su compañía, fundada en la amistad cristiana, e invocó la protección de María, Madre Auxiliadora del pueblo cristiano; y rezó por todos aquellos que, a través de los medios y de las redes sociales, le hicieron llegar sus saludos, y la seguridad de sus oraciones, desde distintas partes del mundo.

En su homilía, destacó la maternal intercesión de María, que manifiesta su auxilio no sólo en las necesidades materiales, sino, sobre todo. a la hora de confirmarse en la fe y sostenerse en la presencia del Señor.

El arzobispo emérito de detuvo en el rezo del Ave María, que se aprende de niños y acompaña en los años finales “como los que estoy transcurriendo”.

"Ahora, y en la hora de nuestra muerte, rezamos cada día en el Ave María. Ese ahora es en todo momento; y, por supuesto, en la hora suprema de nuestra partida. Siempre es bueno tenerlo presente; en especial, los que nos vamos acercando a ese momento", sostuvo.

“Esta ha sido la parroquia de mi infancia y he pedido ser enterrado aquí”, dijo sobre Santa María Goretti. Señaló que allí ha sido formado como cristiano y allí la Virgen tuvo un gran papel en su formación. Al señalar que en su testamento manifestó su voluntad de ser sepultado en esa parroquia, subrayó que “es un modo de valorar las raíces, de cara al futuro de la resurrección final".

Siendo de ese barrio, monseñor Aguer tomó la primera comunión en 1950 en la cercana parroquia de San Francisco Solano, porque Santa María Goretti aún no existía. El entonces arzobispo de Buenos Aires, cardenal Santiago Copello, erigió esa parroquia un poco más tarde, en ese mismo año. Allí monseñor Aguer fue aspirante y joven de la Acción Católica antes de entrar al seminario metropolitano.  

El templo tiene en su presbiterio, sobre sólidos basamentos de mármol, reliquias de Santa María Goretti, San Juan Pablo II, Santa Teresa de Calcuta, San José Gabriel Brochero, San Cayetano y San Pío de Pietrelcina. Durante la misa se cantó “Cristo Jesús, en Ti la patria espera”, el Regina Coeli y “Oh, María Madre mía”.

Con motivo de este aniversario, monseñor Aguer escribió el artículo "...Y el más robusto hasta ochenta", que puede leerse en distintos portales.

Monseñor Aguer señaló que los salmos bíblicos abrigan la conciencia de la brevedad de la vida y una reflexión sobre ella mediante comparaciones con lo que hay de frágil y provisorio en la naturaleza. El Salmo 89 (90) expresa un término en la duración ante la eternidad de Dios: “Nuestra vida dura apenas 70 años, y 80 si tenemos más vigor” mientras se dice al Creador: “Mil años son ante tus ojos como el día de ayer, que ya pasó”, como una de las vigilias en que se computaba la noche.

“En el Salmo 39, 5 se expresa la búsqueda de la sabiduría: “Señor, dame a conocer mi fin y cuál es la medida de mis días, para que comprenda lo frágil que soy”. Es sobre todo en los Libros Sapienciales de la Escritura en los que se desarrolla una verdadera antropología realista, que resulta a mitad de camino, pero por elevación, tanto del nihilismo como del idealismo orgulloso que despistan a la filosofía moderna. “

En ese escrito,  apuntó un diálogo con Benedicto XVI, siendo él ya emérito. “Santidad –dijo Aguer- me he pasado la vida estudiando teología, y tengo la impresión de que cada vez entiendo menos”.  Y siguió: “Con una sonrisa, me respondió: 'Siempre es así'. Quedo bastante tranquilo, porque de esa poquedad conseguida he procurado compartir a través de mi predicación y enseñanza, y he recibido plácemes agradecidos, críticas y repudios que no han podido empañar mi conciencia de haber buscado la verdad”.

La nota concluye así: “Un último pensamiento, pero no el menor, para la Santísima Virgen María, que ha sido y es en mi vida una Luna bellísima y suave que ilumina las noches y filtra para mí la luz y el calor del sol. Vuelvo a consagrarme a su Corazón Inmaculado”.+