Sábado 20 de abril de 2024

El "peor mal" para la Iglesia es la mundanidad espiritual, advirtió el Papa

  • 23 de octubre, 2021
  • Ciudad del Vaticano (AICA)
Mensaje del Papa a las religiosas que participan del 24° capítulo de las Hijas de María Auxiliadora: "El peor mal para la Iglesia es la mundanidad espiritual"
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El papa Francisco visitó la Curia General de las Hijas de María Auxiliadora, reunidas para el Capítulo General, que se celebra en Roma del 17 al 24 de octubre, sobre el tema: “Comunidades generadoras de vida en el corazón de la contemporaneidad”. 

El Papa quiso ir personalmente a la Casa de las religiosas, que desde hace décadas se dedican al apostolado entre los pobres y a la formación de los jóvenes, para saludarlas y desear "buen trabajo" a la recién elegida superiora general, la madre Chiara Cazzuola, y dar las gracias a la superiora general saliente, la hermana Yvonne Reungoat, a la que le dijo bromeando: "¡Espero que la madre Yvonne vuelva a África y si no hay sitio en África, a la Patagonia!". 

Al dirigirles unas palabras, el pontífice recordó a las religiosas que el teólogo y sacerdote Henri de Lubac en las últimas cuatro páginas de su libro “Meditación sobre la Iglesia”: “Dice esto que es fortísimo: la mundanidad espiritual es el peor mal que puede ocurrir en la Iglesia, peor que el escándalo en los tiempos de los Papas concubinarios. Es fuerte. El diablo entra en las casas religiosas por este camino”.

“Jesús nos enseña cómo entra el diablo aquí y nos dice: ‘Cuando el espíritu inmundo es expulsado de una persona, se va, da vueltas por el desierto, se aburre y dice: ‘Volveré a mi casa para ver cómo está’. Una casa limpia, bella, preparada. Y va, y encuentra siete peores que él y entra en esa casa. Pero no entra a la fuerza, no, entra educadamente, tocando el timbre, dice ‘buenos días’. Son diablos educados y no nos damos cuenta de que están entrando”.

El Papa explicó que “así entran lentamente y nosotros: ‘Ah, qué bello, ven, ven’. Y al final la condición del hombre es peor que al inicio. Así sucede con la mundanidad espiritual”.

Entonces, continuó el papa Francisco, se tienen “personas que han dejado todo, han renunciado al matrimonio, a los hijos, a la familia, y terminan –perdonen la palabra– ‘solteronas’, es decir mundanas, preocupadas por las cosas… y el horizonte se cierra porque dicen ‘esta ni siquiera me ha mirado, ésta me ha insultado, etc.’ Los conflictos internos que nos cierran. Por favor, huyan de la mundanidad espiritual”.

El Papa también les pidió a las religiosas huir “del estatus” y examinarse en esto, para que no dejen de ser mujeres consagradas a Dios convirtiéndose en “señoritas educadas”.

Francisco recordó luego lo que decía San Juan Berchman: “Mi mayor penitencia es la vida comunitaria”. Al respecto, el Pontífice dijo que ciertamente “se necesita mucha penitencia para tolerarse una a otra, pero estén atentas a la mundanidad espiritual”.

“La mundanidad es ese espíritu que te lleva a no estar en paz o con una paz no bella, una paz sofisticada. Para ustedes consagradas esto requiere la fidelidad creativa al carisma, y por esto deben volver siempre al carisma”, que no “es una reliquia” sino “una realidad viva”.

Entonces, continuó el Papa, “la gran responsabilidad es colaborar con la creatividad del Espíritu Santo para revisitar el carisma y hacer que exprese su vitalidad en el hoy. De esto deriva la verdadera ‘juventud’, porque el Espíritu hace nuevas todas las cosas”.

El Papa también alentó a las Hijas de María Auxiliadora a cuidar de los ancianos y nunca aislarlos; y comentó la importancia de que las consagradas jóvenes atiendan y aprendan de las mayores.

Como ejemplo recordó que Santa Teresita de Jesús cuidaba a una anciana “neurótica” que apenas podía caminar en el convento. La santa la cuidaba siempre sonriendo.

“Una vez, pasando del coro al refectorio, se escuchaba desde fuera bulla, se oía la música de un baile, era una fiesta cerca. Y Teresita dijo: ‘nunca cambiaré esto por eso’. Había comprendido la grandeza de la vocación y con ello el respeto a los ancianos”.

El Santo Padre alentó a las religiosas a volver a sus orígenes. “¡María Auxiliadora las ayudará, son sus hijas! Sus palabras en las Bodas de Caná han sido y son un faro de luz para vuestro discernimiento. ‘Hagan lo que Él les diga’. María es la mujer atenta, plenamente encarnada en el presente y solícita, una mujer presurosa”.

“De ese modo podrán estar en atenta escucha de la realidad, afrontar situaciones de necesidad, cuando falta el ‘vino’, es decir la alegría del amor y llevar a Cristo, no con palabras sino en el servicio, en la cercanía, con compasión y ternura”.

La pasión de los orígenes
Una pasión "impresionante", de hecho, la de los primeros salesianos, recordó el Papa, que "asombraba a los jóvenes y a los jóvenes de corazón". También aquí Francisco recordó una experiencia personal, un libro -regalado a la Madre General- de un sacerdote de Lodi, el padre Enrico Pozzoli, misionero en la Argentina, que en la introducción contaba que los salesianos enviados por Don Bosco a Buenos Aires no iban a los barrios de clase media, sino que "iban a buscar las fronteras".

Y en estas fronteras, decía Francisco, atraían las vocaciones. ¿Qué les atrajo? "Santidad, celo". "Busquen, vean esta naturaleza misionera", animó el Papa, especialmente entre los jóvenes: "No es fácil acompañar a los chicos y chicas, ni siquiera a los adolescentes. Los padres lo saben bien, y tú también", admitió. Por eso, en 2018 convocó un Sínodo "para los jóvenes y con los jóvenes", del que salió la exhortación Christus vivit. "Sé que lo utilizas; te animo a que sigas haciéndolo: estoy seguro de que en él puedes encontrar varias intuiciones en sintonía con tu carisma y tu servicio educativo".

Siempre mirando al pasado, el Papa recordó los 150 años de fundación que el Instituto se dispone a celebrar, también "una oportunidad de renovación y revitalización vocacional y misionera".

No olviden la gracia de los orígenes, la humildad y la pequeñez de los comienzos que hicieron transparente la acción de Dios en la vida y en el mensaje de quienes, llenos de asombro, iniciaron este camino.

"María Auxiliadora las ayudará: ¡son sus hijas!", concluyó el Papa. "María es la mujer atenta, plenamente encarnada en el presente y solícita, una mujer cuidadosa. De este modo, puedes escuchar atentamente la realidad, captar las situaciones de necesidad, cuando falta el "vino", es decir, la alegría del amor, y llevar a Cristo, no con palabras, sino con el servicio, con la cercanía, con la compasión y la ternura".

Sobre todo, la ternura, concluyó el Papa, porque es "una cosa muy fea ser un religioso enojado, un religioso que parece desayunar no con leche sino con vinagre". Sean madres. Ternura... El estilo de Dios es siempre la cercanía". 

Cada día, en tu examen de conciencia, pregúntate: "Hoy, ¿estuve cerca? ¿fui compasivo? ¿tierno?". Adelante con esto. Utiliza mucho la palabra ternura. Es importante para la forma de ser.

Sean "mujeres de esperanza", es la invitación final del Obispo de Roma, y háganlo "con el estilo salesiano": escucha, presencia activa, amor por los jóvenes. 

“Soy cercano a ustedes y las bendigo junto a todas sus hermanas en el mundo. ¡Y les pido rezar por mí, no es fácil ser Papa!”, concluyó.+