Viernes 19 de abril de 2024

El Papa sostuvo que la vida consagrada no puede faltar en la Iglesia ni en el mundo

  • 7 de noviembre, 2022
  • Ciudad del Vaticano (AICA)
El pontífice recibió a los miembros del Instituto Claretianum de Teología de la Vida Religiosa con motivo de su cincuentenario.
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El papa Francisco recibió este lunes 7 de noviembre, en la Sala Clementina del Vaticano, a la comunidad del Instituto de Teología de la Vida Religiosa Claretianum, con motivo de los cincuenta años de  su fundación, a cuyos miembros agradeció “los servicios que prestaron en el espíritu y misión de san Antonio María Claret, que tanto trabajó para sostener y promover la vida consagrada en sus diversas formas”. 

En su discurso, el Papa subrayó que “es conocido en todo el mundo el aporte de los Misioneros Claretianos a las familias religiosas, mediante el acompañamiento espiritual, la clarificación doctrinal y el asesoramiento jurídico. Prueba de ello son sus publicaciones y revistas, algunas de ellas centenarias”.

Según el Papa, “después del Concilio Vaticano II, el Instituto Claretianum de Roma y el de Madrid y, siguiendo sus huellas, los Centros Superiores de Manila, Bangalore, Bogotá y Abuja, tuvieron un resultado muy positivo”, y agradeció la "vida y el servicio" de estos seis Institutos, y también las iniciativas que los religiosos claretianos promueven y siguen impulsando en muchos otros lugares, como México, Polonia, Reino Unido e Indonesia. 

“Su presencia es muy visible en las Iglesias locales y en las conferencias de superiores mayores de todo el mundo”, destacó. El Papa agradeció al Instituto Claretianum, de manera especial, el "cuidado de difundir el Magisterio de la Iglesia, tanto el de los Papas como el de los Dicasterios más vinculados a la vida consagrada”.

“En este momento en que la Iglesia quiere vivir más intensamente su vocación sinodal, me complace constatar que su servicio a la vida consagrada estuvo marcado por el deseo de poner en práctica lo que tanto valoraba san Antonio María Claret. En efecto, no sólo mantuvieron la comunión con la sede apostólica, con los Pastores de las Iglesias particulares y con las Federaciones y Confederaciones de superiores mayores, sino que también trabajan para compartir su servicio de animación y renovación con otras vocaciones y ministerios eclesiales: religiosos con otros carismas, sacerdotes seglares y laicos”, precisó el pontífice.

El Papa animó a los miembros del Instituto Claretianum a seguir “sirviendo a la vida consagrada con espíritu claretiano, es decir, con su ser misionero”. 

“La vida consagrada -subrayó- no puede faltar en la Iglesia y en el mundo”. Según Francisco, el primer servicio de los Institutos Teológicos Claretianum “debe ser ofrecerse como casas de acogida, de alabanza y de acción de gracias; como lugares donde se comparten los carismas y crece el deseo de vivir el espíritu de las bienaventuranzas y el discurso escatológico”.

En ellos debe manifestarse la comunión y fomentarse la opción por los pobres y la solidaridad, la fraternidad sin fronteras y la misión en constante movimiento. Con esta disposición se apreciará mucho el don de la vida consagrada y su misión en la Iglesia y en el mundo.

Promover el encuentro entre generaciones en el marco de la vida consagrada
El Papa dijo entonces que "hoy la vida consagrada no puede desanimarse por la falta de vocaciones o por la vejez. Quien se deja llevar por el pesimismo, deja de lado la fe. Es el Señor de la historia quien nos sostiene, nos invita a la fidelidad y a la fertilidad, y nos cuida. Mira su obra con misericordia y benevolencia y continúa enviando su Espíritu Santo”, animó el Santo Padre a los claretianos. 

“Cuanto más nos acercamos a la vida religiosa -añadió- a través de la Palabra de Dios y de la creatividad de los fundadores, más capaces somos de vivir el futuro con esperanza. La vida religiosa se entiende sólo por lo que el Espíritu hace en cada uno de los llamados". 

Francisco los invitó a "quitar el espíritu de derrota, el espíritu de pesimismo, porque eso no es cristiano". También los invitó a cuidar la vida comunitaria en una época marcada por el individualismo, “a vivir la interculturalidad como camino de fraternidad y misión y a promover el encuentro entre generaciones en la vida consagrada, en la Iglesia y en la sociedad”. 

“Los jóvenes, dijo, necesitan encontrarse con los viejos, necesitan hablar, y los viejos necesitan hacer eso con los jóvenes. Con este diálogo, con el espíritu, los ancianos soñarán y los jóvenes profetizarán: podrán seguir adelante con el sueño de los ancianos. Por favor, no dejes que los ancianos mueran sin soñar: esto es parte de una misión. El encuentro será realizado por jóvenes. Que tu juventud busque a los ancianos y los ancianos a los jóvenes”, insistió el Papa.+