Viernes 29 de marzo de 2024

"La Navidad es una muy buena noticia en este contexto"

  • 18 de diciembre, 2020
  • Corrientes (AICA)
"Navidad nos da la oportunidad de recuperar el gusto por lo simple y sencillo, recobrar la interioridad y a comprometernos por los valores del Evangelio", aseguraron los obispos correntinos.
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Los obispos de Corrientes reconocieron que las fiestas navideñas y de Año Nuevo no son ajenas a la realidad de la pandemia en la provincia, pero consideraron que eso no es excusa para dejar "de festejar el bello y grandioso misterio de Dios que se hace hombre".

"La Navidad es una muy buena noticia en este contexto", sostuvieron en un mensaje conjunto de Navidad.

"Vemos tantas cosas lindas y buenas que suceden: entrega, generosidad, servicio, compromiso, solidaridad. Sin embargo, también hay mucha soledad, angustia, tristeza, dolor, muerte: la vida está amenazada. Cada uno de nosotros, nuestras familias, seres queridos, amigos, estamos tocados de una u otra manera por lo que vivimos. A nadie deja inmune o puede decir no me afecta", afirmaron.

Los tres prelados señalaron que "la pandemia nos ha dejado al desnudo muchas realidades que nos superan, hacen experimentar fragilidades, vulnerabilidades e impotencias".

"No tenemos que perder la capacidad de 'advertir la necesidad de un cambio en los corazones humanos, en los hábitos y estilos de vida'. Ojalá podamos aprender con todo lo que nos pasa y vivimos, para que salgamos de esta pandemia más humanos, mejores personas, nos abramos a la conversión", subrayaron citando al papa Francisco.

"Volver nuestra mirada al pesebre, es recobrar la esperanza, la alegría y la confianza de saber que Dios está con nosotros, nos sostiene, anima y fortalece en nuestra peregrinación", agregaron.

El mensaje está firmado por el arzobispo de Corrientes, monseñor Andrés Stanovnik OFMCap; el obispo auxiliar, monseñor José A. Larregain OFM, y el arzobispo emérito, monseñor Domingo Salvador Castagna.

Texto del mensaje
Hoy les ha nacido en la ciudad de David el Salvador, el Mesías, el Señor. Esto les servirá de señal: encontrarán un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre” (Lc 2, 11-12)

Estamos transitado un año atípico como consecuencia del Covid 19, que nos resulta extraño, ha cambiado nuestras vidas y actividades desde las menos comunes hasta las más habituales. No nos olvidaremos jamás, tenemos un antes y un después. Las Fiestas Navideñas y de Año Nuevo no son ajenas a esta realidad y no por eso dejaremos de festejar el bello y grandioso misterio de Dios que se hace hombre. La Navidad es una muy buena noticia en este contexto.

Vemos tantas cosas lindas y buenas que suceden: entrega, generosidad, servicio, compromiso, solidaridad. Sin embargo, también hay mucha soledad, angustia, tristeza, dolor, muerte: la vida está amenazada. Cada uno de nosotros, nuestras familias, seres queridos, amigos, estamos tocados de una u otra manera por lo que vivimos. A nadie deja inmune o puede decir no me afecta. La pandemia nos ha dejado al desnudo muchas realidades que nos superan, hacen experimentar fragilidades, vulnerabilidades e impotencias. No tenemos que perder la capacidad de “advertir la necesidad de un cambio en los corazones humanos, en los hábitos y estilos de vida” (cf. Fratelli tutti 166). Ojalá podamos aprender con todo lo que nos pasa y vivimos, para que salgamos de esta pandemia más humanos, mejores personas, nos abramos a la conversión.

Volver nuestra mirada al pesebre, es recobrar la esperanza, la alegría y la confianza de saber que Dios está con nosotros, nos sostiene, anima y fortalece nuestra peregrinación. Él cumple su promesa hoy en todos aquellos que lo reconocen y lo dejan actuar en sus propias vidas y en la convivencia con los otros. No nos deja solos, comparte nuestras fragilidades haciéndose “verdaderamente uno de nosotros, en todo semejante a nosotros, excepto en el pecado” (cf. Hbr 4,15).

“El niño envuelto en pañales” nos hace centrar la mirada en Aquél que nos sana el alma. Navidad nos da la oportunidad de recuperar el gusto por lo simple y sencillo, recobrar la interioridad y a comprometernos por los valores del Evangelio. Nos hace experimentar la debilidad, pequeñez y grandeza de Dios. Mirarnos, escucharnos y reconocernos como hermanos, hijos de un mismo Padre bajo el mismo sol y el único suelo.

Tenemos un largo camino a recorrer, no renunciemos a soñar y a construir una Corrientes donde nadie quede olvidado o postergado, donde haya lugar para todos. Belén nos invita a valorar y agradecer lo que somos y tenemos, a superar lo que nos duele y entristece y a luchar con todas nuestras fuerzas por todo aquello que queremos y deseamos.

¡Felices Fiestas Navideñas y de Año nuevo!

Más información: www.arzcorrientes.org.ar.+