Miércoles 24 de abril de 2024

Inicio de la Cuaresma en la diócesis de Zárate-Campana

  • 15 de febrero, 2016
  • Campana (Buenos Aires) (AICA)
El miércoles 10 de febrero en todas las parroquias, capillas y comunidades de la diócesis de Zárate-Campana, con la imposición de la ceniza en la cabeza de los fieles, se inició el tiempo de Cuaresma. La celebración eucarística vespertina del Miércoles de Ceniza fue presidida en la catedral de Santa Florentina, de Campana, por el obispo diocesano, Mons. Pedro Laxague, y concelebrada por el párroco de la catedral, Mons. Ariel Pérez, y otros sacerdotes.
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El miércoles 10 de febrero en todas las parroquias, capillas y comunidades de la diócesis de Zárate-Campana, con la imposición de la ceniza en la cabeza de los fieles, se inició el tiempo de Cuaresma, durante el cual los fieles son llamados a la conversión del corazón, como preparación para vivir los misterios de la Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo durante el Triduo Pascual.

La celebración eucarística vespertina del Miércoles de Ceniza fue presidida en la catedral de Santa Florentina, de Campana, por el obispo diocesano, monseñor Pedro María Laxague, y concelebrada por el párroco de la catedral, monseñor Ariel Ramón Pérez, y otros sacerdotes.

Participaron además los seminaristas diocesanos y numerosos fieles que colmaron el templo catedralicio.

En la homilía monseñor Laxague comenzó explicando que el tiempo de Cuaresma es propicio para dejar que Jesús nos sirva: "Él nos quiere levantar de nuestras caídas, nuestros pecados, ayudarnos si estamos agobiados".

"Debemos vivir estos 40 días de preparación para la Pascua dejando que Dios obre en nosotros y convierta nuestro corazón. Nosotros no tenemos que cambiar, debemos dejar que nos cambie el Señor".

Recordó además que en el Jueves Santo, lavando los pies de sus apóstoles antes de la Última Cena, Jesús se muestra especialmente como servidor de todos.

"El obstáculo que podemos poner al accionar del Salvador -continuó el prelado- es la actitud de querer hacer todo nosotros sin dejar espacio para Él. Como consecuencia de esto, seguramente nos sentiremos agobiados, cansados e incapaces de resolver los múltiples inconvenientes que aparecen en la vida cotidiana.

El obispo destacó la relación que debe existir entre ayuno, limosna, oración y el amor en sus tres dimensiones. Amor a Dios: cuando rezamos, debemos ser capaces de escuchar lo que Dios tiene para decirnos, no solo hablarle haciendo oídos sordos; amor a los demás, que se concreta particularmente con la limosna, que implica una ayuda material a nuestros hermanos más necesitados; y amor a uno mismo: el ayuno nos fortalecerá para que hagamos las cosas que el Señor nos propone, no solo cuando tenemos ganas, sino a pesar del desánimo. Citó el ejemplo de la asistencia a misa dominical, algo que parece muy sencillo, pero que en muchas ocasiones se torna una pesada carga.

"Nuestra vida -concluyó- debe apoyarse en estos tres aspectos del amor, teniendo presente que si falta uno de ellos, todo se desmorona".+