Martes 15 de julio de 2025

El Card. Rossi hace un llamado urgente a una renovada conciencia solidaria

  • 15 de julio, 2025
  • Córdoba (AICA)
En la misa dominical por Cadena 3, el arzobispo cordobés meditó sobre la parábola del Buen Samaritano, denunciando la indiferencia como forma de violencia y exhortando a una cercanía con el que sufre.
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En su tradicional misa radial, transmitida por Cadena 3 el domingo 13 de julio, el cardenal Ángel Rossi SJ reflexionó sobre la parábola del Buen Samaritano, llamando a una renovada conciencia solidaria frente al sufrimiento humano, y recordando que la dignidad humana no necesita más credenciales que la propia existencia.

El arzobispo de Córdoba advirtió que en el camino de la vida siempre hay quienes acechan, bandidos que roban no sólo bienes, sino también esperanza, dignidad, libertad, sed de justicia y voluntad de ser honrado. Pero también -subrayó- hay un acecho distinto: "El del amor encarnado en el Buen Samaritano", ese que "sabe detenerse, perder el tiempo, encontrarse y darlo todo".

Una de las claves de su homilía fue la figura central de la parábola: el herido. "No tiene nombre, edad, oficio, ni patria. No sabemos nada de él. Solo que es un hombre", planteó el cardenal Rossi, resaltando que esa es precisamente la esencia del mensaje evangélico: "Para hacerte prójimo no necesitás saber más que una sola cosa: que el otro es un ser humano necesitado". Lo demás -nacionalidad, clase, religión, ideología- es irrelevante.

El purpurado fue categórico al señalar que, muchas veces, los indiferentes son peores que los bandidos. "El sacerdote y el levita -figuras religiosas- pasaron de largo. Le robaron al herido su valor como persona. Al ignorarlo, le dijeron: 'Para nosotros no contás, no existís'". La indiferencia, advirtió, puede ser una forma de violencia, "una manera de masacrar a un hombre sin tocarlo".

La parábola, prosiguió, exige salir de uno mismo, acercarse, hacerse cargo: "El prójimo es siempre un intruso, se presenta cuando menos lo esperamos, cuando no hay tiempo. No siempre favorece el contacto. Pero es el que está ahí, al margen de nuestros intereses".

El cardenal Rossi recordó que el camino de Jerusalén a Jericó son apenas 27 kilómetros, "una distancia que basta para dividir a los hombres en dos tipos: los que se detienen y los que siguen de largo. Los que se hacen cargo y los que dicen 'no es asunto mío'". Esos 27 kilómetros -o a veces solo un pasillo, una cama, una oficina- son el campo de batalla de nuestra humanidad.

El arzobispo cordobés se centró luego en los diez verbos que describe el texto evangélico como gestos del Buen Samaritano: ver, conmoverse, acercarse, bajar, vendar, derramar, cargar, llevar, pagar, prometer volver. "Este es el nuevo decálogo, los 10 mandamientos del amor activo, que hacen al hombre más humano, más divino, y que pueden cambiar al mundo", consideró.

Bajo la mirada de Nuestra Señora de Itatí, patrona del noreste argentino, el cardenal pidió perdón por la indiferencia cotidiana: por ver sin conmoverse, por vivir apurados, por esquivar al herido. Y rogó: "Señor, danos una mirada samaritana capaz de verte y de conmovernos, manos abiertas para acariciar, valor para desinstalarnos, ternura para curar con aceite y vino, y humildad para bajar de nuestro confort y estar junto al que sufre".

Por último, el cardenal Rossi recordó que el mandamiento más urgente -y el más difícil- sigue siendo el más simple: "Anda y haz tú lo mismo".+