Jueves 18 de abril de 2024

Detrás de la inseguridad, hay una creciente decadencia moral

  • 14 de julio, 2012
  • La Plata (Buenos Aires) (AICA)
Nadie duda de que el problema más grave que sufre hoy el país es el de la inseguridad. Alguien afirmó estos días que en la última década los muertos, heridos y damnificados por la falta de seguridad, alcanza la cifra de 35.000 víctimas. En su reflexión televisiva emitida este último sábado en el programa "Claves para un Mundo Mejor", el arzobispo de La Plata, Mons. Héctor Aguer, se refirió al "drama de la inseguridad" y aseguró que "es evidente que hay una sensación de inseguridad y que ella corresponde a la realidad" y consideró que "a esta realidad yo la llamo "proliferación del delito" y causa cada día una impresión mucho mayor porque hoy los delitos que se cometen son atroces, repetidos y cometidos a la luz del día. La crónica diaria registra lo que sucede: vemos que para robar se mata a mansalva y que muchas veces se mata y no se roba".
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Nadie duda de que el problema más grave que sufre actualmente el país es el de la inseguridad. Alguien afirmó recientemente que en los últimos diez años los muertos, heridos y damnificados de alguna manera por la falta de seguridad, alcanza la cifra de 35.000 víctimas.

En su reflexión televisiva semanal emitida este último sábado en el programa "Claves para un Mundo Mejor" por el canal América TV, el arzobispo de La Plata, monseñor Héctor Aguer, se refirió al "drama de la inseguridad" asegurando que "es evidente que existe una sensación de inseguridad y que ella corresponde a la realidad" y consideró que "a esta realidad yo la llamo "proliferación del delito" y causa cada día una impresión mucho mayor porque hoy los delitos que se cometen son atroces, repetidos y cometidos a la luz del día. La crónica diaria registra lo que sucede: vemos que para robar se mata a mansalva y que muchas veces se mata y no se roba".

"Hace un tiempo -recordó monseñor Aguer- se entabló una discusión en la opinión pública, en la que intervinieron también algunos funcionarios, acerca de si la inseguridad es una sensación o una realidad".

"Si nos fijamos bien en los términos -explicó-, se llama sensación a la impresión que causan en nosotros, a través de los sentidos, las cosas, los acontecimientos. Puede llamarse sensación a la conmoción que nos producen noticias de especial entidad o particularmente graves o sorpresivas".

"No necesariamente -añadió- la sensación es algo subjetivo, no tiene por qué ser una impresión inventada. Normalmente nuestra sensación se pliega a la realidad de las cosas y la refleja". De ahí que "esa discusión hoy está más que superada, es ociosa", porque "es evidente que existe una sensación de inseguridad y que ella corresponde a la realidad".

"A esta realidad -dijo monseñor Aguer- yo la llamo ?proliferación del delito? y causa cada día una impresión mucho mayor porque hoy los delitos que se cometen son atroces, repetidos y cometidos a la luz del día. La crónica diaria registra lo que sucede: vemos que para robar se mata a mansalva y que muchas veces se mata y no se roba".

Destacó que "hay muchas causas detrás de este fenómeno y no existe, me parece, una solución mágica. Como la causa no es unívoca tampoco los remedios lo son", pero manifestó que detrás de "este hecho que nos sorprende a todos y que causa una razonable sensación de inseguridad" hay "una creciente decadencia del sentido moral."

"Se insiste mucho en que esos delitos atroces, causados impunemente cada día, esas muertes tienen que ver con la difusión de la droga, que las personas que los cometen están prácticamente enajenadas. Causa muchísimo dolor advertir que son, muchas veces, personas jóvenes, muchachos, adolescentes los victimarios y también las víctimas", comentó.

El prelado platense también señaló que "no se puede desconocer en el trasfondo un problema educativo, cultural, una especie de descenso cultural del sentido moral y sobre todo del valor de la vida, de la propia y de la del prójimo".

"Si nos fijamos en la historia de la humanidad -observó el arzobispo de La Plata- veremos que se ha verificado un desarrollo que nos ha llevado a tener una percepción más clara acerca del valor de la vida. Sin embargo, pesa enormemente un hecho ancestral. Si uno se fija, por ejemplo, en las primeras páginas de la Biblia, en el capítulo 4 del Libro del Génesis, la historia de Caín y Abel muestra cómo a consecuencia del pecado, del pecado original, se desencadena en la humanidad una dialéctica de enfrentamiento fratricida".

"¿Y cuáles son sus fuentes?", inquirió el prelado, para responder: "Son la envidia, la codicia, la ira. Eso ha jugado y juega todavía en la historia de la humanidad".

Además dijo que se puede advertir como causa profunda de tanta crueldad, "que se ha borroneado el sentido absoluto del mandamiento que dice ?no matarás?. Por eso es preciso recrear, desde las jóvenes generaciones, el sentido del valor de la vida, el valor absoluto del sentido de ese mandamiento que prohíbe atentar contra la vida del prójimo. Esta es una tarea de reeducación; si no se realiza no podrá resolverse un problema que requiere además muchas otras respuestas. Por empezar, el deber indelegable del Estado de asegurar la vida y los bienes de la población".

Monseñor Aguer explicó que "lo que ocurre tiene que ver con una cierta miseria material y moral. Tiene que ver también con un fenómeno de violencia instalado en las relaciones de personas y de grupos. En sus raíces existe una especie de eclipse del sentido auténtico de la existencia y de la referencia trascendente de la vida humana".

"¿Qué podemos hacer nosotros además de lamentarnos, además de rezar, además de quejarnos, además de reclamar las medidas que pueden ir paliando este fenómeno? Creo que tenemos que difundir permanentemente estas verdades fundamentales acerca del hombre y su destino, del valor de la vida, sin las cuales todas las demás soluciones no serán tales", concluyó.+


Texto completo de la reflexión