Martes 23 de abril de 2024

Cromañón: Rezan por los jóvenes que murieron de manera incomprensible, absurda y violenta

  • 30 de diciembre, 2012
  • Buenos Aires (AICA)
Al presidir una misa en la catedral de Buenos Aires en memoria de las víctimas mortales de la tragedia de Cromañón, el obispo de Gualeguaychú y presidente de la Comisión Episcopal de Pastoral Social, monseñor Jorge Lozano, criticó a quienes pretenden "diluir el dolor" de los familiares de los 194 jóvenes que murieron de "manera incomprensible, absurda y violenta" hace ocho años en un local del barrio porteño de Once durante un recital del grupo de rock Callejeros. El prelado, que desde un primer momento acompañó espiritualmente a los familiares de los fallecidos, apeló a versos de María Elena Walsh para reclamarle a los jueces que no sigan "robando la esperanza" a quienes esperan un fallo aleccionador: "Dales la razón y llora, porque ya es hora", exigió.
Doná a AICA.org
"Hoy nos encontramos en este templo, al que muchos de ustedes vienen mes a mes, año tras año. Nos mueve el cariño y el amor a quienes murieron de manera incomprensible, absurda, violenta hace ocho años. Como María, guardamos estos acontecimientos en el corazón y los vamos meditando y rumiando. Como si fuéramos amasando el dolor humedecido por las lágrimas, fortaleciendo las manos con el cariño de los hermanos de peregrinación, y en todo sostenidos por el consuelo del Espíritu Santo", describió el obispo de Gualeguaychú y presidente de la Comisión Episcopal de Pastoral Social, monseñor Jorge Lozano, al presidir una misa en la catedral de Buenos Aires en memoria de las 194 víctimas mortales de la tragedia de Cromañón.

"También hoy nos reconocemos comunidad en marcha: comunidad identificada en el dolor, en la fe que nos hace hermanos, en la esperanza que nos hace peregrinos", subrayó ante familiares de los jóvenes que murieron hace 8 años en el incendio del local del barrio porteño de Once durante un recital del grupo de rock Callejeros.

El prelado, quien siendo obispo auxiliar de Buenos Aires fue uno de los que acompañó espiritualmente a familiares y víctimas, reconoció que "en la marcha de estos años hubo y habrá obstáculos de afuera y tentaciones de adentro. Ustedes saben a qué me refiero".

"De afuera está el ninguneo, las dilaciones, las incomprensiones de la sociedad consumista y egoísta, la mirada fría de algunos observadores y opinólogos, los agoreros del fracaso o los que pretenden diluir el dolor en explicaciones reduccionistas".

"A la par, una justicia que va llegando con sus tiempos y sus respuestas. O como le habla la poetisa a la "señora de los ojos vendados": "Ilumina al juez dormido / apacigua toda guerra / y hazte reina para siempre / de nuestra tierra. (?) / / Señora de ojos vendados, / con la espada y la balanza / a los justos humillados / no les robes la esperanza. / Dales la razón y llora / porque ya es hora", reclamó apelando a los versos de María Elena Walsh.

Monseñor Lozano afirmó que "desde dentro del corazón también experimentamos la tentación de la fatiga, del escepticismo del ?nada va a cambiar?, o del ?no podemos remar contra la corriente?, la decepción, la postración. Somos débiles y frágiles, aun cuando a la hora de luchar sacamos fuerzas de lugares interiores desconocidos".

"Como pueblo en marcha, también atravesamos momentos de la fe que camina en la oscuridad y otros de más luz. Estos últimos siempre los reconocemos en la cercanía de Dios y de los hermanos. ¡Cómo rehacemos fuerzas en cada abrazo y cada beso! ¡En cada mirada cargada de ternura! En la Navidad Dios se nos hace cercano en la fragilidad del Niño de Belén. Abramos las puertas del corazón para que nos bañe con su luz", concluyó.

Placa y acompañamiento espiritual
Monseñor Lozano bendijo luego una placa que fue colocada junto a la imagen de la Virgen de La Piedad, para recordar a los fallecidos, con la leyenda: "Que todos los padres doloridos por los sufrimientos de sus hijos al contemplar a la Madre de Jesús encuentren consuelo y fortaleza".

Inmediatamente después de la tragedia, las iglesias fueron las primeras en reaccionar en forma institucional frente a quienes exigían respuestas y buscaban consuelo.

El siniestro, según denunciaron en los días siguientes, puso al descubierto la corrupción, impericia y omisiones del poder político de la ciudad.

Algunas horas después del hecho, el entonces papa Juan Pablo II envió un telegrama en el que expresó su "profundo pesar" por las numerosas muertes jóvenes.

En la madrugada del 31 de diciembre de 2004, el cardenal Bergoglio visitó a heridos en hospitales.

Además, encomendó a monseñor Eduardo García, uno de sus colaboradores, a celebrar misa en el cruce de las calles Bartolomé Mitre y Ecuador, próximo al lugar de la tragedia y donde se levantó una suerte de santuario.+