Viernes 22 de noviembre de 2024

Catequistas, un servicio con raíces antiguas que mira al futuro

  • 11 de mayo, 2021
  • Ciudad del Vaticano (AICA)
Tornielli asegura que la decisión de Francisco de instituir el ministerio laico del catequista es fruto de un camino intuido por Pío XII, sancionado por el Concilio y los Sínodos de los Obispos.
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El director editorial del Dicasterio para las Comunicaciones de la Santa Sede, Andrea Tornielli, asegura que la decisión de Francisco de instituir el ministerio laico del catequista, -a través del motu proprio Antiquum ministerium publicado hoy- “se coloca en el camino ya intuido por el papa Pacelli: especialmente en nuestro tiempo, la tarea de testimoniar y transmitir la fe a las nuevas generaciones es una tarea de los padres y madres de familia". 

"A lo largo de los siglos y todavía hoy en varios países -subraya en su Editorial- ante la falta de sacerdotes, la fe se ha mantenido viva gracias a los padres y madres, y a los catequistas que dedicaron y a menudo sacrificaron su vida por ello”.

De ahí que Tornielli considere que “la participación, el reconocimiento y la plena valoración de los laicos es una urgencia y a menudo una necesidad en las sociedades secularizadas”.

Texto del editorial
En 1944, en plena Segunda Guerra Mundial, Pío XII publicaba la encíclica Mystici corporis, dedicada a la Iglesia, Cuerpo Místico de Cristo. En un pasaje, tras recordar que los Padres de la Iglesia " cuando encomian los ministerios, los grados, las profesiones, los estados, los órdenes, los oficios de este Cuerpo" tienen presente también a los laicos y a los laicos casados, el pontífice añadía: "se ha de advertir que, sobre todo en las presentes circunstancias, los padres y madres de familia y los padrinos y madrinas de bautismo, y especialmente, los seglares que prestan su cooperación a la jerarquía eclesiástica para dilatar el reino del divino Redentor, tienen en la sociedad cristiana un puesto honorífico, aunque muchas veces humilde, y que también ellos con el favor y ayuda de Dios pueden subir a la cumbre de la santidad, que nunca ha de faltar en la Iglesia, según las promesas de Jesucristo".

La decisión de Francisco de instituir el ministerio laico del catequista, que sigue a la apertura a las mujeres de los ministerios de acólito y lector, se coloca en la vía ya intuida por el papa Pacelli: especialmente en nuestro tiempo, la tarea de testimoniar y transmitir la fe a las nuevas generaciones es una tarea de "los padres y madres de familia". Ya a lo largo de los siglos y todavía hoy en varios países, ante la falta de sacerdotes, la fe se ha mantenido viva gracias a los padres y madres, y a los catequistas que han dedicado y a menudo sacrificado su vida por ello.

Sin embargo, hoy, la participación, el reconocimiento y la plena valoración de los laicos es una urgencia y a menudo una necesidad en las sociedades secularizadas.

El motu proprio Antiquum Ministerium toma como punto de partida el Decreto Conciliar Ad Gentes en el que los Padres del Vaticano II afirmaban: "Digna de alabanza es también esa legión tan benemérita de la obra de las misiones entre los gentiles, es decir, los catequistas, hombres y mujeres, que llenos de espíritu apostólico, prestan con grandes sacrificios una ayuda singular y enteramente necesaria para la propagación de la fe y de la Iglesia.

En nuestros días, el oficio de los catequistas tiene una importancia extraordinaria porque resultan escasos los clérigos para evangelizar tantas multitudes y para ejercer el ministerio pastoral”. Esta conciencia creció en los años siguientes y culminó en la Carta Apostólica Evangelii nuntiandi de Pablo VI.

La institución de nuevos ministerios laicos para responder a las nuevas necesidades también se discutió en el reciente Sínodo sobre la Amazonia, recordando en particular el motu proprio Ministeria quaedam, el documento con el que el papa Montini en 1972 reformó los ministerios en la Iglesia. 

En la perspectiva surgida del Concilio, de los Sínodos, subrayada en el magisterio de los sucesores de Pedro y, en particular, hoy por el actual obispo de Roma, los laicos no están llamados, por tanto, a realizar sólo una labor de sustitución porque falten vocaciones al sacerdocio. No se trata de una sustitución, sino de una acción, implicación y corresponsabilidad plenas y reconocidas: su presencia es verdaderamente necesaria para que la Iglesia sea comunión y misionera.

La institución de un ministerio por parte de la Iglesia pone de manifiesto que la persona investida de ese carisma realiza un auténtico servicio eclesial a la comunidad cristiana para el crecimiento de su vida y para su testimonio de fe. Por tanto, la institución de un ministerio laico no pretende "clericalizar" al laico. 

Es de esperar que este nuevo paso contribuya a contrarrestar ese retorno del clericalismo tantas veces denunciado públicamente por Francisco que, recordando a menudo el papel del santo pueblo de Dios, el papel de las abuelas y de las madres en la transmisión de la fe, actualiza las palabras de Pío XII sobre los "padres y madres de familia, padrinos y madrinas de bautismo" llamados a expandir el "reino del divino Redentor".+