Card. Rossi: 'Al poner al Señor en el centro, las demás cosas se reubican'
- 9 de abril, 2024
- Córdoba (AICA)
El arzobispo de Córdoba llamó a "estar atentos a las necesidades de los demás, a vencer la tentación de cuidarse a sí mismo y a animarse, desde la misericordia, a mirar más allá".
El arzobispo de Córdoba, cardenal Ángel Rossi SJ, reflexionó sobre el pasaje evangélico del domingo de la Divina Misericordia y propuso imitar la forma de vida de la primera comunidad cristiana: “Todos tenían los bienes en común y tenían un solo corazón y una sola alma, es decir, la unidad de una comunidad, de una familia, se gesta cuando lo que cada uno es y cada uno tiene está al servicio de la comunión de la comunidad”.
En ese sentido, llamó a “estar atentos a las necesidades de los demás, vencer la tentación de cuidar la propia quintita, de cuidarse a sí mismo, y animarse justamente, desde la misericordia, a mirar más allá y ver que hay necesidades muy hondas”.
“Cuando al Señor lo ponemos en su lugar, que es en el centro de nuestra vida, las demás cosas se reubican”, planteó, y destacó que, en los momentos difíciles, los momentos de dolor, “el desafío es no aislarse, no irse solito con el dolor”.
“Dicen que las grandes alegrías y los grandes dolores siempre hay que compartirlos, y en este caso Tomás se va, no estaba, y es interesante porque el Señor lo espera y lo invita a salir de su dolor”, reflexionó, indicando que “también a nosotros el Señor, mirándonos con un infinito cariño, nos anima a salir del viernes Santo” porque, aseguró el prelado, “el desafío nuestro es ser testigos de esa resurrección”.
Al preguntarse sobre el significado de la palabra misericordia, o compasión, sugirió que “expresa todo el impulso que la hace a la madre próxima del hijo, para alimentarlo, para cuidarlo, para protegerlo. Y, atribuida a Dios, esta palabra evoca la fuerza poderosa de amor y de ternura que lo impulsa al Señor a ir hacia el hombre agobiado por la desdicha para salvarlo, sostenerlo, liberarlo, hacerlo vivir o devolverlo a la vida”.
“Ser compasivo es tratar a nuestra vez de tener nosotros también entrañas de madre para con nuestros hermanos. Ahí está la gran novedad del Evangelio”, profundizó, e invitó a abrir los ojos “para mirar la miseria del mundo, las heridas de tantos hermanos privados de la dignidad”.
“Sintámonos provocados a escuchar su grito de auxilio, nuestras manos estrechen sus manos para que sientan el calor de nuestra presencia, de nuestra amistad y de la fraternidad; que su grito se vuelva el nuestro y juntos podamos romper la barrera de la indiferencia”, exhortó.
En ese sentido, consideró: “No podemos escapar a las palabras del Señor y, a base de ellas, seremos juzgados. Si dimos de comer al hambriento, de beber al sediento, si acogimos al extranjero, si vestimos al desnudo, esas van a ser las preguntas del juicio final. Igualmente, se nos va a preguntar si ayudamos a superar la duda que hace caer en el miedo y en ocasiones es fuente de soledad; si fuimos capaces de vencer la ignorancia en la que viven millones de personas, sobre todo los niños privados de la ayuda necesaria para ser rescatados de la pobreza; si fuimos capaces de ser cercanos a quien estaba solo y afligido, nuestros abuelos, nuestra gente solita”, enumeró.
“No olvidemos las palabras de san Juan de la Cruz: en el ocaso de nuestra vida, seremos juzgados en el amor. Por eso, el desafío en este día de la Misericordia es animarse a decir: ‘Señor, me he dejado engañar, de mil maneras escapé de tu amor, pero aquí estoy otra vez para renovar mi Alianza contigo. Te necesito, rescátame de nuevo Señor, acéptame una vez más entre tus brazos’”, expresó.
En referencia al texto evangélico, añadió: “Sintamos que el Señor entra en nuestro corazón, traspasa nuestras puertas cerradas, sopla y nos envía. Siempre les digo que el soplido es un gesto de ternura que es signo de misericordia”.
“Cada uno de nosotros sea para los demás, especialmente en estos tiempos, para los que están más cascoteados por la situación; que nuestra cercanía, nuestro modo de comunicarnos, nuestro ir hacia ellos sea como un soplo de ternura, un soplo de misericordia”, concluyó.+