Jueves 21 de noviembre de 2024

A tres años del femicidio en Las Ovejas, Mons. Croxatto rezó por un cambio en la sociedad

  • 24 de febrero, 2021
  • Las Ovejas (Neuquén) (AICA)
Con un acto presidido por el obispo de Neuquén, monseñor Fernando Croxatto, la comunidad de Las Ovejas recordó a Karina y Valentina, madre e hija víctimas de femicidio, a tres años de su asesinato.
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El obispo de Neuquén, monseñor Fernando Croxatto, encabezó el 22 de febrero en la localidad de Las Ovejas un acto en memoria de Karina y Valentina Apablaza, madre e hija víctimas de un doble femicidio, al cumplirse tres años de su asesinato perpetrado por Lorenzo Muñoz.

El acto se llevó a cabo en la Plaza de la Memoria “para recordar y reflexionar sobre el femicidio de Karina y Valentina, que nos ha herido para siempre”. También se colocó una bandera en el lugar donde fueron asesinadas. Además, hubo mensajes y acciones en redes sociales para recordarlas.

En sus palabras, monseñor Croxatto reflexionó sobre la Palabra de Dios e invitó a hacer juntos un camino distinto, a renovarnos como sociedad. “Todos tenemos que convertirnos”, destacó. En primer lugar, los hombres, señaló, que son “la causa principal” de estas situaciones, pero también toda la sociedad, empezando por cambiar el corazón, como nos enseña Jesús en la cruz.

Seguidamente, compartió un extracto de un mensaje de mujeres católicas de Neuquén, que se titula “Territorios abiertos a la violencia”, publicado en ocasión del último femicidio que sacudió a la sociedad argentina.

El mensaje toma un posteo del psicoanalista Pablo Peusner, que se interrogaba en relación al femicidio de Úrsula Bahillo, quien denunció en 18 oportunidades al femicida Matías Martinez. “No alcanzó”, advierte.

Entonces, el psicoanalista se hace tres preguntas: “¿Cómo funciona la justicia en nuestro país que 18 denuncias no pueden impedir un femicidio? ¿Por qué es tan frecuente que haya hechos de violencia homicida protagonizado por miembros de las fuerzas de seguridad? Los hombres, ¿estamos haciendo lo necesario para que estas situaciones se terminen de una vez?”

En base a estas tres preguntas, el mensaje de las mujeres católicas reflexiona sobre la formación de las fuerzas de seguridad, cuyos espacios educativos las “segregan” convirtiéndolas en “especiales” o “diferentes”. 

Luego se refiere a la justicia, al funcionamiento de las leyes: “La mujer va y denuncia, la citan para evaluarla, para ratificar, se ponen las medidas de restricción de acercamiento y los rondines que efectivamente lleva  a cabo la policía. La victima está siendo controlada por el sistema judicial y por las fuerzas de seguridad. Su vida ha quedado expuesta a una serie de agentes del Estado, a veces por muy largo tiempo. La conocen en la comisaría, en la salita, en los ministerios como el de Desarrollo, en la Línea 148. Se sabe de su vida en distintos espacios públicos; si bien existe la confidencialidad de la información, la víctima cede de su intimidad a fin de que el Estado la proteja”.

“¿Y qué sucede mientras tanto con el agresor?” plantea. “Muchas veces nada. Porque resulta que hasta tanto el denunciado no reciba, abra la puerta de su domicilio y firme la notificación, no le cabe ningún apercibimiento de los que constan en las medidas de protección que puso la justicia. Es decir, que nada ocurre para él. Entonces debemos pensar en cómo se podría subsanar este inconveniente gravísimo para las víctimas, que de esta manera quedan atrapadas y confundidas en el ‘como si’ estatal”, advierte.

“En la estructura, el cambio cultural es una semilla a cultivar a través de la puesta en tensión de todas las prácticas y en cada uno de los espacios sociales, desde las familias, las instituciones todas y en cada espacio público y privado”, considera el grupo de mujeres.

“Cuestionar nuestras formas, la manera de transmitir, el lugar habilitado para las mujeres y el cómo ser hombres nuevos que no necesiten hablar más fuerte, pisar un escalón más allá o golpear para ser alguien”, añade.

Luego, el mensaje recuerda que el mismo papa Francisco viene denunciando el maltrato y las diversas maneras de violencia sobre a las mujeres desde que asumió su pontificado. Es más, en las intenciones de este mes de febrero pidió especialmente rezar "por las mujeres que son víctimas de violencia", porque "hoy sigue habiendo mujeres que sufren violencia. Violencia psicológica, violencia verbal, violencia física, violencia sexual". Dijo que "los testimonios de las víctimas que se atreven a romper su silencio son un grito de socorro que no podemos ignorar" y calificó como "una cobardía y una degradación para toda la humanidad" los malos tratos que reciben muchas mujeres.

Luego de la lectura del mensaje, y para finalizar el acto, monseñor Croxatto encabezó en la Plaza de la Memoria un momento de oración: “Queremos traer a este lugar a tantas hermanas, a tantas mujeres que hoy en esta zona, en este lugar particularmente están viviendo este maltrato, este destrato, este descarte, esta violencia o este acoso. Mujeres y rostros que quizá no conocemos y que queremos también acercarnos y ver cómo acompañar. No queremos llegar tarde, como a veces llegamos”. 

En ese sentido, pidió a Dios “por ellas, por todos nosotros, y por este pedido de estas mujeres: que lo tomemos en serio desde cada lugar e institución, desde la familia, pero principalmente desde nuestro corazón. Te pedimos, Padre, que toques nuestro corazón en serio, para cambiar de actitud, comprometernos y jugarnos en serio”. 

“Pero no podemos hacerlo solos”, advirtió monseñor Croxatto. “Ayúdanos en comunidad a hacerlo, a tener este mismo interés. Necesitamos de tu gracia. Solos no podemos, por eso te pedimos humildemente tu gracia”. 

“Te pedimos por Karina y por Valentina, y también por su agresor. Uno no supo entender tu mensaje de amor. Y otras padecieron esa falta de amor, ese odio. Te pedimos que puedan vivir en la paz, con el corazón lleno de tu amor, contemplando tu presencia. Qué dicha ellas, poder hacerlo ahora. Estarán en el mejor lugar del mundo, que es tu corazón, Señor”, afirmó.+